"Me decían que era un cagón, que no tenía huevos... huevo seco me decían". La frase pertenece a José Gustavo Suárez, el hombre de 41 años que mató a dos compañeros de trabajo e hirió a un tercero en una fábrica de hielo ubicada en barrio San Vicente.
El lunes pasado, llegó con un revólver calibre 32 y le disparó a Ramón y Damián Rojas, padre e hijo de 59 y 28 años, quienes murieron casi instantáneamente. Al encargado del lugar, Hugo Herrera, lo atacó con una tijera, la misma que usó para cortarse el pelo después de llamar al contador de la empresa y a la policía para avisarles lo que había hecho.
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"Me arrepiento porque es algo malo lo que pasó, estaba perturbado. Yo quería que no me molestarán más", le dijo Suárez al periodista Juan Federico de desde el teléfono público de la cárcel de Bouwer.
"Yo era el único que trabajaba... Me apagaban la luz de donde estaba trabajando, me abrián el candado para envenenarme, para que no se me pare más", fueron otras de las palabras del hombre, a quien todos conocían como "Cabrito".
Para él, los severos problemas de próstata que tenía se debían a las actitudes de sus compañeros, a quienes acusa de quererlo "envenenar". Suárez llegó a ver a ocho médicos y se sometió a dos operaciones. Tenía inconvenientes para orinar y sufría impotencia sexual.
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"Comiamos asado y cuando me levantaba de la mesa me metían cosas en la comida y en la bebida. Ahí empecé a tener problemas de próstata. Hasta análisis de sida me hice porque no sabía que me pasaba", señaló desde prisión.
También acusó a sus compañeros de hablar mal de él en su barrio, San Fernando. "Me ensuciaron en la carnicería, en la agencia de quiniela, en el gimnasio", relató. Y dijo que lo acusaron con un vecino de que lo iba a "engañar" con la mujer.
Además, Suárez manifestó su deseo de que el encargado Herrera se recupere para que reconozca todo. "Ellos querían que me sintiera solo. Me mataron en vida", expresó.
¿El dueño sabía de su calvario?
Según Suárez, el propietario de la fábrica conocía el sufrimiento que estaba viviendo. "Yo le dije al dueño y él dos veces me dijo 'porque no te vas'", explicó.
Un día después del suceso, Cristóbal Lázaro habló con El Doce y aclaró que su empleado "nunca" le planteó que tenía problemas con sus compañeros, aunque reconoció que, cinco años atrás, le había dicho "los muchachos me cargan" y él les pidió que dejaran de hacerlo.