Arribó al país en barco en 1948 escapando de una Italia devastada por la Guerra y en busca de un futuro mejor. Ahora María Teresa Barbera es dueña de una cadena de restaurantes en Mendoza, pero mostró su indignación por las trabas para el progreso en una Argentina que sabe que puede dar más.
“¿Por qué nosotros en un país como este, que tiene tantas posibilidades, no podemos crecer?”, se preguntó la cocinera y empresaria gastronómica en diálogo con Arriba Córdoba.
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Hace 71 años que trabaja y, en medio de este duro momento por la crisis y el manejo de la pandemia en Argentina, decidió escribir una carta con críticas a las medidas del Gobierno Nacional. “No entiendo a este Gobierno, quiere cada vez más pobres y la belleza del ser humano es integrarse con trabajo y con el respeto que nos une y no nos separa”, dice uno de los fragmentos del texto que ya se compartió miles de veces.
Pensamiento “viral”
Luego de que su descargo se haga viral, María Teresa habló mano a mano con El Doce y dejó varias reflexiones. “Los políticos no ven el sufrimiento que estamos pasando, no solo por la pandemia, sino también por los grandes impuestos a las empresas”, se quejó.
"Los políticos no ven el sufrimiento, no solo por la pandemia, sino también por los impuestos"
En ese sentido la cocinera se quejó por la situación de los trabajadores y la presión fiscal de los impuestos que deben afrontar. “Cuando cumplen, las empresas tienen que ser respetadas. Basta ya, en un país como este, con tantos recursos… Tenemos que buscar el bien, unirnos y ver qué podemos hacer”, dijo.
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En su carta, María Teresa cuestionó las decisiones del Gobierno y opinó que es una “lástima aumentar el odio y el rencor en el mismo pueblo”. “Es un dolor muy grande. No puedo pensar que en Argentina no está apreciado el sacrificio, el esfuerzo, de tantos argentinos que luchan creyendo que todo esto terminará y tendremos un mañana”, redactó además.
Un mensaje a los jóvenes
Pese a la situación, la inmigrante mostró su tristeza por la cantidad de jóvenes que se van a vivir o probar suerte al exterior, al revés de lo que hizo ella cuando huyó de Europa. “No se vayan del país. Ellos pueden luchar por un cambio. Los necesitamos para tener fe y esperanza, para que hagan justicia”, pidió durante la charla con El Doce.
La carta completa que se hizo viral
Mi nombre es María Teresa Barbera, tengo 86 años. Dicen que soy muy conflictiva, no me puedo quedar en silencio, tendría que haber nacido muda, corta de vista y medio sorda para no haber ocasionado tantos problemas.
La verdad es que no me puedo quedar quieta. Y todos mis hijos, tienen la misma respuesta: "Mamá, ya es hora que te jubiles. Está todo bien, no hagás lío, mamá. Los tiempos han cambiado".
Y yo con 71 años de trabajo, consecutivo, adentro de la cocina, sin haber faltado nunca, que para mí era como si fuese la Iglesia.
Sea de cualquier lugar, cada ser humano, necesita descubrir que la vida es un mínimo de tiempo, que nada está perdido.
Más de una vez, me apoyaba en la columna y soltaba mis lágrimas. Como se puede amar tanto, así entendí con mi quinto grado y nada de estudio en español, que las cacerolas me brindaron el respeto y el amor, para creer en la vida.
En esta tierra donde muchos fueron los que con esfuerzo sembraron, y una gran mayoría siguieron por ese amor.
No entiendo a este gobierno, quiere cada vez más pobres y la belleza del ser humano es integrarse con trabajo y con el respeto que nos une y no nos separa.
A los 13 años, desembarcamos con mi madre en llanto y su hijo tan pequeño muerto. Fue en 1948, después de ver a mi patria destruida, llegué a un país desconocido, ya en ese tiempo quemaban las iglesias. Aún hoy, con tantos años pasados, me cuesta entenderlo.
Solo pueden gobernar unos, que hablan de democracia, sin respeto para la Justicia. Los temas de corrupción, días tras días, fortificados con poder, intrigas, soberbia y prepotencia. Yo me pregunto: ¿Cómo hicieron los europeos a reconstruir todo y dejar en el olvido dictaduras dominantes?
Qué lástima aumentar el odio y el rencor en el mismo pueblo.
Es un dolor muy grande.
No puedo pensar que en Argentina no está apreciado el sacrificio, el esfuerzo, de tantos argentinos que luchan creyendo que todo esto terminará y tendremos un mañana.
Solo ver la foto de Alberto y Moyano, juntos sonrientes, con un radiante y honesto futuro...?
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Es una tristeza, sin dimensiones, ver filas de subsidiados: hombres inexpertos, sin oficios, madres jovencitas.
Este asistencialismo, esta gran caridad vuestra y humana. Solo pensar los sueldos que reciben nos hacen temblar y ustedes tienen el coraje de hablar de "pobreza". Dejen que nosotros tengamos la decencia de luchar por el trabajo de nuestro país. No se equivoquen, que la igualdad está en la educación y en el trabajo. La igualdad no es la pobreza que se está generando, ni el aplauso a los corruptos.
La igualdad sería la Justicia, por ejemplo: la vicepresidenta es una ciudadana igual que todos y tiene que ser juzgada cómo uno más.
Hay un gran cansancio de tantas injusticias.
Ahora concluyo, digo lo que pienso, con el alma, mi verdad no es para ofender, solo me pregunto: ¿Un país que puede dar tanto, siempre con la misma mentalidad, los ricos y los pobres? Les puedo asegurar que el capital humano abunda en la pobreza solo hay que saber despertarlos.
El solo hecho de pensar qué con los subsidios se arregla el país, qué lejos estamos de un mundo de bien.
Desde ya, que las empresas se vayan, es por la política de ustedes, de cierre y de poca apertura. En todos los países del mundo, amparan a la masa trabajadora, le dan oportunidades a los capitales para que estén seguros y puedan trabajar dignamente. No incrementan el odio sino el respeto.
Todos los días, un cambio nuevo, otra ley de AFIP, el dólar imparable, etc.
Las empresas no se van, huyen de esta hecatombe. Y los que se quedan acá son los héroes.