Después de una larga madrugada de mucha lluvia y viento, el día amaneció muy frío y con el puerto cerrado. Pero ya estábamos en Puerto Pirámides, el único pueblo del Área Natural Protegida Península Valdés, provincia de Chubut, para disfrutar de un importante escenario natural.
Era muy temprano y aún los 700 habitantes no habían asomado sus narices por la ventana. A pesar de que la temporada ya había comenzado, eran pocos los turistas que llegaron, ya que las vacaciones de invierno comenzaron recién ahora. Sin embargo, el pueblo ya tenía todo listo para darles la bienvenida.
Luego de una hora de caminata apreciando la naturaleza en su estado puro, llegó el momento de subirse a la lancha y navegar para disfrutar del show de las ballenas francas. La Península Valdés fue declarada Patrimonio Natural de la Humanidad en 1999 por la UNESCO. Además, Natural Geographic lo consideró en 2015 como el mejor sitio para ver estos hermosos cetáceos.
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Así fue como nos aventuramos en esa pequeña embarcación a cargo del capitán de la empresa de avistaje “Peke Sosa” y sus guías. Junto a otras personas, pudimos apreciar a los ejemplares desde muy cerca. En estos meses las ballenas llegan para aparearse, procrear y alimentar a sus crías.
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Durante la navegación y mientras las fuertes e imponentes olas movían la lancha, observamos cómo entre cinco y ocho machos intentaban copular a la hembra. Algunas se negaban a recibir el amor por ellos y, entre soplidos y saltos, regalaban un espectáculo maravilloso. Otras ballenas, muy curiosas, se acercaban a la embarcación y nos sorprendían con sus movimientos.
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Pero no fueron los únicos animales marítimos que nos brindaron su cariño. En Puerto Madryn, declarada Capital Natural del Buceo, nos pusimos los trajes de neoprene y subimos a una pequeña lancha que nos trasladó al Área Natural Protegida Punta Loma, con su colonia de lobos marinos.
El frío no nos impidió colocarnos los snorkels y lanzarnos al agua para jugar con estos anfibios tan divertidos. El paseo duró una hora en total y sólo 40 minutos pudimos estar con ellos, imitando su vida.
Luego de un buen baño de agua caliente, viajamos 11 kilómetros hasta El Doradillo, declarado Área Natural Protegida, para avistar las ballenas desde la costa. La principal función de esa playa es la conservación y contemplación de la naturaleza.
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