Dos adolescentes fueron abusadas por Cristian Acosta (40), la expareja de su mamá en Río Gallegos. En junio del año pasado, fue condenado a 10 años de cárcel. Pero por su buena conducta, obtuvo el beneficio de cumplir su condena en una casa donde los presos cumplen el proceso de pre egreso.
Allí estaba cuando una de sus víctimas se lo cruzó una tarde de domingo. El hombre estaba tomando sol en el patio de esa casa, detrás de una reja, junto a otro recluso y custodiado por policías. Jamás imaginó que volvería a verlo después del calvario que le tocó vivir.
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"Estábamos paseando con mi hija que tiene 15 años, que fue abusada por él cuando tenía 13. También iban otras dos hijas mías de 10 y 11 años. Otra de mis hijas que fue abusada por él vive a seis cuadras de ahí", relató la mamá y expareja del acusados.
“Cuando lo vimos me empezaron a temblar las piernas. A una de mis hijas le agarró un ataque de histeria, comenzó a gritar y se quería bajar del auto. En realidad no puedo explicar en palabras la horrible sensación de ese momento. Ver a nuestro abusador y agresor tranquilamente como si estaba en el patio de su casa cuando debería estar en una celda. Fue impotencia y miedo. Porque le seguimos teniendo pánico", agregó la mujer.
Las hijas atraviesan un nuevo calvario. Ahora no quieren salir de su casa porque tienen miedo de volver a cruzárselo. Ese día, solo alcanzaron a sacarle una foto. Planean irse a vivir a otra provincia "para seguir viviendo sin su fantasma".
Denuncias previas
Acosta también fue denunciado reiteradas veces por violencia de género. Su expareja y madre de las víctimas de abuso relató que una vez le puso "un revólver en la cabeza". Trabajaban juntos en el área de bromatología de la Municipalidad de Comodoro Rivadavia. A pesar de las órdenes de restricción de acercamiento, "el municipio no cumplió y le dijeron que trataran de no cruzarse". Hasta le pidieron que "consiga otro lugar" para trabajar.