El sol me acompañó durante las dos horas de viaje desde Córdoba a Quilino. Era el último día del fin de semana largo de octubre y había poco movimiento en la ruta. En el pueblo del norte cordobés parecía que el día aún no había comenzado.
Ángeles, la quinta de 15 hermanos, me esperaba en la puerta de su casa para darme la bienvenida. El comedor estaba impecable. En el medio, una extensa mesa adornada con un mantel blanco y dos floreros era la protagonista de la escena.
El silencio me aturdió. Sabía que ya nadie dormía. El reloj marcaba las 10. De pronto, comenzaron a aparecer personitas de todas las edades y tamaños. Se acercaban a saludar y volvían a sus respectivos dormitorios. Gabriela, la reina de la casa, estaba poniéndose coqueta para compartir su hermosa historia familiar: ser mamá de 15 hijos, todos por parto natural.
+ VIDEO: Gabriela y la historia de sus 15 embarazos, 15 partos naturales
Gabriela Martínez tenía 19 años y Diego Montañez 22 cuando se convirtieron en mamá y papá por primera vez. Hace 24 años nació María Celeste, pero jamás imaginaron que la familia sería de semejante magnitud. En el 2020 nació Jerónimo –hasta ahora el último- y desde entonces son 17 conviviendo cada día bajo el mismo techo. Sin dudas, amor es lo que sobra en ese enorme y acogedor nido.
Puede sonar extraordinario, pero para Gabriela es normal ser multitud en su casa. “Yo lo tengo naturalizado, no llegaron los 15 de golpe. Entonces me fui adaptando, me fui haciendo a cada uno y a sus necesidades”, expresó con sinceridad.
Está “acostumbrada a que sean muchos” y como cada uno de sus hijos tienen poca diferencia de edad “siempre está siendo mamá”. “Es ser mamá full time, todo el tiempo, todo el día. Es estar pendiente de todos, al pendiente de todos”, subrayó con naturalidad.
Pandemia, 14 y… ¿otro más?
“En pandemia quedé embarazada del número 15, de Jeremías”, contó Gabriela al recordar aquel momento cuando el coronavirus cambió la vida de todos. Pero la vida la homenajeó con un preciado regalo.
Contarles a sus hijos fue un trámite fácil, ya estaban acostumbrados, sobre todo los mayores. “Tenemos de todo, los que se asombran, a los que no les gusta, los que se ponen contentos… Es como en todas las familias, no pasa nada”, dijo entre risas.
Ahora Jeremías, que tiene un año y 10 meses, “es la locura de la casa, es el mimado de la familia”.
Estar los 17 juntos en pandemia fue un verdadero desafío, aunque tampoco fue algo raro para ellos. El único que salía, por ser trabajador esencial, era Diego. El resto se quedaba adentro de la casa bajo un estricto cronograma de división de tareas que implementaron para que el caos no los abrumara.
En el descanso de las clases virtuales y la limpieza de la casa, inventaban juegos, concursos de baile y canto, desfiles de moda, hacían tortas de barro en el patio. Fueron un verdadero equipo y tiempo para aburrirse no tenían: “Ya no conocemos esa palabra”.
15 embarazos, 15 partos naturales
María Cecilia (24), María Candelaria (22), Francisco (20), Ignacio (19), Ángeles (18), Leticia (17), Catalina (15), Joaquín (14), Pilar (13), Juan Pablo (11), Luciana (9), Esteban (8), Guadalupe (7), Manuel (4) y Jeremías (1 y 10 meses) son los 15 hermanos, los 15 hijos que nacieron fruto del amor entre Gabriela y Diego.
Cada uno de los embarazos y partos fueron distintos y los recuerda con mucho amor. El único que presentó problemas fue el quinto. Cuando nació Ángeles sufrió una hipoxia perinatal y se le desarrolló una parálisis cerebral, lo que hace que tenga una discapacidad intelectual.
Gabriela confesó que tuvo miedo en cada uno de los embarazos: “Ponés en riesgo todo, tu vida y la de ellos”. Sin embargo, superó cada obstáculo que se le puso en el camino. “Soy muy creyente, creo mucho en Dios, invoco muchísimo a la Virgen. El miedo siempre lo tengo y lo tendré siempre”, reflexionó.
Luego del nacimiento de Jeremías, el menor de los 15, se sometió a estudios para conocer cómo estaba su útero después de más de una docena de partos y… ¡sorpresa! “El obstetra me dijo: ‘Tenés útero para 10 chicos más’. El útero estaba regenerado, imaginate la cara de mi marido”, estalló a carcajadas mientras contaba la anécdota.
Por lo pronto, el matrimonio no tiene planes de sumar más integrantes a la familia, pero tampoco es un “no rotundo”. “Siempre nos pasó lo mismo, venían y venían. Nunca tuvimos ni la necesidad, ni un motivo para decir ‘no, no tenemos más’ porque no podemos o porque físicamente yo ya no puedo, o porque la casa ya no nos da, o porque económicamente ya no nos da”, señaló Gabriela. “Siempre nos dio, siempre los números nos dieron”, sostuvo.
Ser mamá, su mejor título
Gabriela está “plenamente feliz” con la familia que construyó con Diego. Ser mamá de más de una docena es su mejor profesión. “Me hacen renegar, hay momentos en los que colapso, pero lo volvería a elegir”, expresó y sus ojos se iluminaron.
Considera que no le quedaron pendientes y eso que hubiera querido hacer ya lo cumplió. Su sueño siempre fue ser mamá, aunque “nunca imaginó que a esta medida”. “Con Diego siempre aspiramos a que ellos estén bien, a que ellos sean felices”, remarcó con firmeza.
En ese sentido, subrayó que siempre les preocupó que “sean buenas personas, tengan valores, respeto, que amen el trabajo que hacen” y no con qué iban a darles de comer o vestir.
“No es que somos los súper papás, tratamos de estar en todo, pero nos equivocamos, nos faltan cosas… Seguramente tenemos que aprender, muchas veces pedirles perdón a ellos, ellos aprender a pedir perdón”, reflexionó. Pero insiste: “Son superaciones que tenemos que tener todo el tiempo”.
“Remarla juntos”, ese es el objetivo de Gabriela.