Brasil atraviesa una profunda conmoción por la muerte de 200 personas que recibieron una droga experimental. Se trata de una sustancia llamada proxalutamida que se aplica para algunos tipos de cáncer y que estaba siendo probada para reducir la infección del COVID-19.
Pese a que en julio la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria local autorizó la realización de un estudio para probar la eficacia del tratamiento, las víctimas participaron sin saberlo. Según detalló El País, nunca se les advirtió ni a ellas ni a sus familiares y fueron utilizadas “como cobayas”.
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Ahora, la Comisión Nacional de Ética en la Investigación de Brasil, CONEP, abrió un expediente para llevar a cabo una intensa investigación. “Hay indicios de irregularidades en el estudio, así como transgresiones de las normas vigentes sobre ética en investigación con seres humanos”, apunta un documento firmado por el coordinador de la CONEP, Jorge Venâncio.
La farmacéutica china Suzhou Kintor Pharmaceuticals en conjunto con Argentina, Alemania, Sudáfrica, Ucrania, México, Estados Unidos, Brasil y 50 voluntarios de sexo masculino con síntomas leves de coronavirus, iban a patrocinar el ensayo.
La dura historia de una de las víctimas fatales
Un caso estremecedor es el de Zenite Gonzaga Mota, una mujer de 71 años oriunda de Itacoatiara, que ingresó con síntomas de Covid al hospital regional José Mendes. Allí, tomó tres cápsulas de proxalutamida e inhaló dosis diarias de ivermectina y hidroxicloroquina, otros dos medicamentos no aprobados para la infección.
“Mi tía llegó bien al hospital el 6 de febrero. Se alimentaba sola e iba al baño sin ayuda. A veces inhalaba un poco de oxígeno con el balón, pero nada anormal en ese contexto”, contó la sobrina de Gonzaga, Alessandra Mota, según TN.
“En cuanto empezó a tomar la medicación, sintió que le faltaba el aire. No se nos explicó qué medicamento era ni que se trataba de un estudio. Solo nos dieron un papel que firmamos porque confiamos en los médicos”, concluyó su relato.