El resultado de un test pasó a marcar la vida de los cordobeses. A rigor de verdad, de cada persona de este mundo durante el 2020. Ser positivo de Covid-19 era el primer paso de un camino que nadie sabía hacia dónde nos podría conducir.
Al igual que con muchos otros conceptos, los argentinos también nos hicimos especialistas en tipos de test, anticuerpo y antígenos. Pero lo más importante era el resultado con sólo dos opciones: positivo y negativo.
Alejandra Vaca es bioquímica desde hace 15 años. Trabaja actualmente en el Hospital Rawson y su familia se compone de su marido Lucas y sus dos hijos: Agustín de 8 y Joaquín de 14 años. Desde el comienzo de la cuarentena no sólo puso en riesgo su vida también perdió amigos y colegas por el coronavirus. Sin embargo se mantuvo fuerte para poder ayudar.
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En su nombre y a través de este serie de entrevistas a trabajadores definidos como esenciales en el primer decreto que dispuso el Aislamiento social, preventivo y obligatorio, rendimos nuestro homenaje y les agradecemos por haberse puesto al hombro el 2020.
Nuevos protocolos para el hospital y la vida
“Fue muy duro al principio porque yo trabajaba en un horario a la mañana y tuve que pasar a modalidad guardias para protegernos”, recuerda Alejandra del inicio de la cuarentena donde la prioridad era que los equipos de trabajo no se contagien de Covid-19.
No fue lo único que cambió. Como en todas las familias las rutinas se alteraron pero lo más importante era la seguridad: “La idea siempre fue llevar tranquilidad del trabajo a mi casa porque sé que la exposición es alta y ese temor lo tenía siempre y uno sabe que corre el riesgo de poder contagiar y uno no sabe cómo lo podés transitar”.
Había que organizar una muda de ropa para ir al trabajo, otra para trabajar y otra para cuando llegaba a casa. “En mi casa yo hacía lo mismo, me sacaba esa ropa que traía, me cambiaba, me bañaba, no tocaba a nadie, no saludar a nadie, no abrazar a nadie hasta que yo no me sintiera segura, incluso los primeros días era cero contacto”.
“Me cuidaba para cuidar a los otros”, así resume Alejandra la forma en la que trató con sumo respeto al virus sobre todo cuando la sociedad mostró una doble cara: “Fuimos héroes en algún momento y nos aplaudían y después pasamos a sentir ese prejuicio o discriminación por estar trabajando en la salud y que pudiera contagiar a otro”.
El recuerdo más triste es para los que no están. Muchos compañeros y amigos perdieron la vida por la pandemia y eso es irreparable. Sin embargo, el mejor homenaje para Alejandra es seguir trabajando y luchar por los derechos de todos los compañeros de la salud, en cada uno de sus puestos: “Necesitamos ser reconocidos como recurso humano crítico porque trabajamos a la par de los médicos, los enfermeros y todo el equipo de salud y asistimos a las mismas áreas críticas (...) y eso merece un reconocimiento”.
Lo que aprendí del 2020
“Adaptarse a cosas nuevas, a ser solidario porque vivimos situaciones de mucha gente que la ha pasado mal económicamente (...) y el contacto son el ser querido que hemos tenido que aprender por momentos a no tenerlo porque sabés que lo estás cuidando y todo eso nos deja una enseñanza: valorar lo que tenemos, la familia, el apoyo de tus familiares”.
Lo que deseo para el 2021
“El deseo es que se pueda terminar la pandemia de alguna forma ya sea con la vacuna, prevenirla (...) y que podamos como sociedad haber aprendido todos de la pandemia y ser más solidario”.