Durante la semana pasada se llevaron a cabo las primeras audiencias públicas en cada región con el fin de debatir la nueva Ley de Discapacidad. El objetivo es construir una nueva ley que represente a todos los sectores de la discapacidad y que reemplace un decreto de la ley dictada hace más de 40 años.
En ese marco, el jueves y el viernes pasado se trató la temática en el Centro de Convenciones de Córdoba, donde participaron personas con discapacidad, familiares organismos e instituciones variadas.
Durante las audiencias, una intervención en especial conmovió a todos y luego se viralizó. Las palabras fueron de Federico Figueroa, papá de un joven de 21 años con parálisis cerebral.
En apenas cuatro minutos, el hombre dio uno de los discursos más fuertes y les llegó a todos. Figueroa solicitó que la ley tenga una autoridad clara de aplicación y presupuesto para que no sea otra declaración más políticamente correcta.
Además reclamó por las dificultades para el acceso a servicios básicos de salud como las emergencias o una práctica de odontología. El profesor de filosofía le puso voz a su hijo Joaquín y protagonizó un momento de mucha emoción.
El mensaje de Figueroa en las audiencias:
Me llamo Joaquín Figueroa, nací un 9 de septiembre de 2001. Una praxis errónea me produjo hipoxia perinatal y parálisis cerebral nivel 2.
Aquello cambió mi vida y las de mis padres para siempre. No puedo hablar, no puedo leer ni escribir en su lengua. Mastico mal. No puedo bañarme ni limpiar mis dientes, algo que mis papas hacen por mí. No sé si ellos lo saben, pero desde que nací los he escuchado lamentarse, discutir, quedarse largas horas en silencio y hasta a veces llorar… Con el tiempo comprendí por qué. Tengo otros hermanos, pero ellos son, como decirles… normales… Yo, en cambio, soy discapacitado. No utilizaré la expresión personas con capacidades diferentes o especiales porque tienen un aire condescendiente . Mi padre -que enseña filosofía- me dice que la discapacidad es un modo de ser, diría Aristóteles, no una enfermedad, sino una forma del ser, de la sustancia, de ser persona.
Cuando con mi padre salgo a caminar, no puedo dejar de sentir esas miradas compasivas. “Miradas de carita”, como dice mi padre, pero son miradas que lastiman.
En el colectivo, cuando hablo (bueno, en realidad emito sonidos extraños, guturales, que solo mi papi entiende- parece que espanto o causo risa… pero yo sé bien por qué.
Quiero contarles algo que me pasó, y es el motivo de nuestra presencia aquí. Un día, mientras comía unos tallarines, me atraganté. Ya les dije que mastico mal, ¿verdad?
Me atraganté, luego vomité. La señora que me cuidaba se asustó y de inmediato llamo a mi papá, quien llamó a la emergencia. El servicio médico llegó junto con él. La
médica que me atendió, después de verme unos minutos salió pálida de la habitación. ‘Señor, él no habla’, dijo. ‘Sí', respondió mi padre, ‘es”discapacitado’. ‘No sé cómo ayudarlo’, repuso la doctora y mi padre la miró en silencio.
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Hace poco tiempo descubrimos, en plena pandemia, que tenía una carie en mi incisivo… después fueron 4 en total. Como tenemos mutual, fuimos a nuestro centro odontológico. Allí nos dijeron que no atienden a discapacitados.
Fue con esas experiencias que descubrimos que conseguir un servicio médico de urgencia para discapacitado o un odontólogo de emergencia es un parto de nalga, para no usar el término correspondiente por cortesía…
A veces siento que para muchos somos una carga, una molestia. ¿Será quizás porque muchos no votamos? ¿Que no soy ciudadano con capacidad plena de derecho?
Bien, si es así, entonces ¿por qué mejor no dejan de rendir tributo verbal a los derechos y de una buena vez se ponen las pilas?
Nosotros esperamos que esta ley cambie las injusticias que a diario vivimos. Pero dependerá de la honestidad intelectual de los legisladores porque si la ley no determina de donde se financia, desde cuándo, ni cuál es el órgano de aplicación, tendrá vicios o lagunas legales que harán imposible su aplicación. Entonces podremos decir: ‘es una buena ley… pero no beneficia a los menos aventajados.
Citando a John Rawls diré: ‘Toda distribución inequitativa está justificada si beneficia a los menos aventajados. Y, obviamente, no hay dudas quienes son los menos aventajados. Ellos no pueden seguir mendigando sus derechos. Si no, no sé qué hacemos acá.
Señoras y señores, si no hay servicio médico para discapacitado obligatorio, si no hay servicio odontológico obligatorio, entonces, no son tratados como iguales. Ojalá ustedes estén a la altura de las circunstancias porque Joaquín, pero también Nacho, Rodolfo, Brisa, Noelia y sus papás no esperan caridad sino justicia”.