Salvador Allende había nacido en el seno de una familia acomodada, hijo y nieto de masones. Desde muy joven se dio cuenta de su fuerte vocación política y su compromiso social con los más pobres. Así, fue dirigente estudiantil mientras estudiaba medicina y ya en 1937, con apenas 28 años fue elegido diputado por el partido socialista del que había sido uno de sus fundadores apenas 4 años antes.
Poco después fue designado Ministro de Salud y en 1945 fue elegido senador nacional. Eso lo ubicó como una figura expectable de la izquierda, que lo convirtió en candidato a la presidencia en 1952. Aunque sumó menos de un 6% de los votos, quedó instalado como una figura relevante de su sector por lo que fue nuevamente candidato en 1958 donde terminó segundo a menos de 3 puntos del ganador. También terminó segundo en las elecciones de 1964. Allende siempre se había resistido a la violencia para llegar al gobierno a diferencia de lo que ocurría en otros países de la región.
Finalmente, logró vencer en su cuarto intento. Con algo más del 36% de los votos logró derrotar al ex presidente Alessandri por menos de un punto lo que fue suficiente para legar al palacio de la Moneda.
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En ese momento lo entrevistó nuestro compañero Gustavo Tobi. Era toda una novedad en el mundo que un político que impulsaba el socialismo llegara al gobierno por el voto popular. En ese momento buscaba tranquilizar a la población temerosa por las medidas que pudiera tomar.
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En su primer año de gobierno aceleró la reforma agraria que había iniciado su antecesor democratacristiano y estatizó la mayor parte de la producción minera: el cobre era (y es) la principal fuente de ingresos del país.
En los primeros meses la política de Allende de aumentar fuertemente los salarios y otras medidas sociales aumentaron su popularidad y llevaron a un fuerte crecimiento del país. Sin embargo, poco después empezaron los problemas. La fuerte suba del déficit público y de la emisión de moneda dispararon la inflación y empezó el desabastecimiento de productos. Algunas tomas de tierras se hicieron violentas. Con un Chile y un mundo fuertemente polarizado no faltaron las protestas, los boicots e incluso las operaciones de la CIA para ayudar a derrocarlo.
Finalmente, llegó el golpe de estado. En setiembre de 1973 Allende murió en el ataque al palacio presidencial que llevó adelante el general a quien él había puesto al frente del ejército: Augusto Pinochet. En 1990 sus restos fueron trasladados al cementerio general de Santiago y miles de personas se acercaron al paso de la caravana para darle el último adiós.
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