Desde aquel fatídico 11 de marzo, Luis Castana vuelve cada día al cerro acompañado de un rastreador táctil y de su inseparable perro dogo buscando alguna pista que lo lleve al asesino de su hija.
El único pensamiento que lo atormenta día tras día es el sufrimiento que padeció Andrea. Hoy el cerro es parte de su casa y espera en algún momento no tener que volver nunca más.
Sobre los imputados de la causa dijo que el exmarido de su hija Juan Manuel Lazzaroni, nunca se comunicó con él y de los otros dos sospechosos aclaró que Fernando Villa es un cobarde, porque si escucho un grito en el cerro no entiende porque no bajo a ver qué pasó y de Diego Luján no sabe nada.
Luis confía en que la fiscal Alejandra Hillman, quien fue designada para que dirija la investigación, dé con el asesino y cree en la justicia, pero sobretodo aclara, con los ojos llenos de lágrimas, “se lo prometí a Andrea”.