El cordobés Víctor Saldaño lleva 21 años en el "corredor de la muerte" de una cárcel de Texas y ayer parecen haberse esfumado las últimas esperanzas de que no sea ejecutado.
En Washington, se realizó la audiencia convocada por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de la Organización de Estados Americanos (OEA). El organismo solicitó que se conmute la pena y se lo envíe a un psiquiátrico porque consideran que las condiciones de detención "crueles e infames" afectaron su salud mental.
Sin embargo, los abogados del Departamento de Estado no dieron señales de cumplir ese pedido. "Estados Unidos insistió en su vieja defensa de que el sistema judicial tiene capacidad para corregir sus errores. No lo dicen abiertamente, pero no van a cumplir la sentencia de la Comisión", señaló Juan Carlos Vega, el abogado de Saldaño, al diario La Nación.
Ahora, el Departamento de Justicia Criminal de Texas puede ordenar su ejecución en cualquier momento y el gobierno federal no podría interferir para evitarlo. Ya se agotaron todas las vías de apelaciones y se rechazó el último habeas corpus presentado por la defensa de Saldaño.
El 25 de noviembre de 1995, el cordobés y un amigo mexicano, Jorge Chávez, entraron a un negocio de computadoras en Dallas y salieron apuntando a su dueño, Paul Ray King, de 46 años. Lo llevaron a un bosque cercano y lo mataron de cinco disparos. Sólo le robaron 50 dólares. Saldaño fue encontrado con el reloj de King en la muñeca y el arma homicida en el bolsillo.
La primera condena a muerte del año 1996 fue anulada por la Suprema Corte de Justicia de Estados Unidos en junio de 2000, porque consideraron que se usó la raza como argumento.
En el año 2005, Saldaño fue condenado por segunda vez a morir por una inyección letal, por un tribunal con jurado popular. El habeas corpus que impedía su ejecución venció el año pasado.
Saldaño estuvo alojado en el penal Ellis Unit en Hunstivlle y luego fue trasladado a la cárcel Polunsky, en Livingston, también en Texas. Pasa 23 horas en su celda de 2,70 por 1,80 metros. Su madre fue a visitarlo en varias oportunidades y hasta fue recibida por el Papa Francisco, quien intentó interceder por su hijo.