La crónica de Marcelo Toledo comienza con un viaje a Nueva York el 27 de febrero. “No sé cómo ni dónde me contagié”, cuenta en una entrevista telefónica con el programa Arriba Córdoba.
Después de diez días en Estados Unidos con innumerables reuniones y encuentros sociales, el artista argentino volvió a nuestro país. Todavía no se hablaba de cuarentena ni de aislamiento. Pero el fantasma del coronavirus empezaba a preocupar, ya se contabilizaban los primeros casos positivos.
A su regreso, trabajó dos días y comenzó a sentirse mal. A partir de ahí comenzó la cadena de la incertidumbre: consultó con un médico, consultó con el SAME, hizo videollamada con personal de una obra social y finalmente fue traslado a una clínica.
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Pero la angustia no terminó porque tardaron varios días más en encontrar la causa del malestar generalizado. Primero descartaron dengue, después, otro tipo de gripe y cuando ya había comenzado a sentirse bien, llegó la confirmación: tenía coronvirus.
“Son cuatro o cinco días para que te de un positivo y quizás cuando te da positivo ya te sentís bien o no estás”, dice angustiado Marcelo.
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Marcelo tuvo contacto con muchas personas desde su llegada a la Argentina. Fueron ellos los que recibieron la primera llamada cuando le confirmaron que estaba dentro de las estadísticas de casos positivos.
“Fueron días de mucha incertidumbre”, cuenta el artista argentino y agrega: “lo más angustiante fue el momento en que no sabían qué era, yo sabía cómo empezó pero no sabía dónde iba a terminar”.
En su proceso anímico, decidió no mirar más televisión ni leer noticias. Recuerda que lo último que escuchó fue sobre la quinta muerte en Argentina y pensó: “Yo puedo ser una posible víctima”.
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Marcelo relata además que cuando lo llamaron del Ministerio de Salud para armar el recorrido de personas con las que había tenido contacto, se dio cuenta de la cantidad de personas con las que uno se topa diariamente: “Estuve en un avión, con las azafatas, fui al baño, me bajé, agarré un carrito en Ezeiza, tomé un taxi, fui al trabajo, estuve con gente, fui al supermercado, a entrenar, vino un carpintero a casa, todo un derrotero de personas que cuando te das cuenta que sos positivo, pensas que los podrás haber contagiado”.
Marcelo reflexiona sobre lo que le paso: “A mí no me pasó nada, estoy en mi casa y estoy bien pero quizá a una persona que pude haber contagiado, no está bien. Esa es una mochila en la espalda que nadie va a quere tener” y cierra su diálogo de manera contundente: “quédense en su casa, no salgan”.