Maximiliano Tejerina tenía 12 años cuando fue baleado a escopetazos por un chacarero en un campo perteneciente a la Escuela de Suboficiales de la Fuerza Aérea en ruta 20, a la altura de Villa La Tela.
Se encontraba junto a su abuela cortando pasto para los conejos que tenía en su casa. Los perdigones impactaron en el cuello y abdomen y le causaron daños en la cavidad craneal.
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Ese evento desafortunado, en el que podría haber perdido la vida, le provocó una parálisis en su cuerpo. Pasaron 19 años de aquel dramático hecho y Maximiliano junto a su familia jamás bajó los brazos.
"Fue duro hacer amistades, conocer a personas, no por ellos sino por mi"
A sus 31 años se recibió de analista en ciencias de la computación en la Facultad de Astronomía, Matemática, Física y Computación (FAMAF) de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC). Actualmente está terminando la carrera de la licenciatura y, al mismo tiempo, inició un diplomado en ciencias de datos. En 2017, ganó el hackatón Space Apps Challenge, organizado por la Nasa, realizado en la UNC.
El largo camino recorrido y los sueños de Maximiliano
A través de una aplicación para personas con dificultades en el habla, el joven confesó a Seguimos en El Doce que fue un largo y difícil camino transitado desde el día del accidente. Principalmente poder adaptarse a otros contextos.
Durante el cursado de la carrera, lo que más se le complicó fue "escribir ecuaciones en una computadora y abstreaerse de los símbolos matemáticos". Pero el mayor desafío fue relacionarse con otros: "Fue duro hacer amistades, conocer a personas, no por ellos sino por mi".
Maxi también reveló que uno de sus mayores deseos es trabajar en Google, puntualmente en el área de datos con inteligencia artificial. También sueña con "viajar al extranjero, tener varios poyectos que lo ayuden a crecer profesionalmente".
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Un orgullo para la familia
"Ha demostrado que sí puede. Estoy muy orgullosa por las puertas que ha abierto y por dónde ha llegado", detalló la mamá Patricia. "Sí se puede cuando uno quiere", insistió.
Si bien después del accidente fue un verdadero desafío, la mamá aseguró que Maxi "aprendió la lección": buscaban que se independizara para cuando ella y su abuela ya no estén para ayudarlo.
"Nosotros le decíamos 'sí podés' y él agarró vuelo y llegó hasta donde está", agregó con profunda admiración.