“Cuando me enfermé, una médica me dijo que ella estimaba que me quedaban tres meses de vida”. Así, sin tapujos, casi sin anestesia, comienza hablando Mayra Sánchez en Mi Otro Yo (viernes 21hs-Canal C).
Con una naturalidad que asombra, cuenta que hasta ella misma eligió “no darle bolilla” a esa mala palabra, casi como un mecanismo de defensa. Pero tenía cáncer.
“Al comienzo, ninguneé todas las señales que mi cuerpo me daba en torno a mi enfermedad, pero cuando fui a hacerme los estudios, toda mi familia sospechaba que algo no estaba bien”.
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Con la fuerza de un guerrero silencioso, Mayra ideó algo así como una estrategia de supervivencia: “Al cáncer le debo muchas cosas positivas en mi vida, por ejemplo, con esto aprendí a filtrar mi agenda”.
“¡Voy a salir adelante!”, se lo repetía. Pero reconoce que no es tan fácil como decirlo.
Muchas veces sintió el final muy cerca. O incluso lo deseó: “A la muerte la pensaba en el ámbito del alivio”. Y sacándose algo de bronca que aún anida en su alma, sentencia: “El cáncer es una mierda como proceso para transitar”.
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Hoy su vida es muy intensa, según lo califica ella misma. Lleva una vida plena, con mucho deporte, mucha actividad y mucho amor, porque encontró en este camino, al hombre que la acompaña hoy.
Sin embargo, cuando le diagnosticaron el cáncer en un grado avanzado, vivía sola, pero acompañada y contenida por sus perros.
Precisamente sobre esa relación con los animales, cuenta algo que nos dejó a todos atónitos: ”Yo vivía sola, elegí quedarme en ese estado y en ese lugar, con mis animales. Pero mis tres perros se murieron de cáncer, apenas yo me enfermé”.
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“El cáncer me dio prudencia”. “El cáncer te hace amar y poner límites”. “Yo jamás festejé mi cumpleaños con la intensidad que lo hago después de la enfermedad”. Y volvemos a quedar todos mudos, de las enseñanzas que nos deja esta frágil, pero tan poderosa mujer.
También me contó de su libro “Puto cáncer”. Reconoce que la escritura resultó una catarsis y un descanso para ella. Respecto del título del libro, sabe que fue más que nada “un sincericidio con el lector”.
Hoy Mayra se siente curada. La vemos curada. Y ella se muestra feliz y agradecida de esta oportunidad que le da la vida: “Reírse es una de las salidas para la enfermedad”.