El juez entregaba a los hermanos en adopción pero había una condición. Los padres adoptivos tenían que llevarse a los dos porque no los querían separar.
La niña tenía su rostro desfigurado. A los cinco años se le cayó un brasero en la cara. No tenía labios, ni nariz y necesitaba cuidados especiales. Además, no iba a la escuela para evitar que sufriera la discriminación.
Un día llegó al orfanato un matrimonio bonaerense. Conocieron la tremenda historia y decidieron enfrentarla.
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Antes, hubo un pedido conmovedor de la criatura que nunca olvidarán. “Estábamos en el Hogar, yo la estaba hamacando, se dio vuelta y me dijo: “¿Vos no querés adoptarme? ¿No querés ser también mi mamá?” Yo me sentí tan egoísta por estar eligiendo sólo a uno de ellos que ahí mismo tomamos la decisión", contó Fabiana Pérez, su nueva mamá.
Sin embargo, no todo fue fácil. El juez fue reticente a entregárselos la primera vez. Pasaron dos años de idas y vueltas. La mujer se fue a vivir a Misiones. Estuvo siete meses compartiendo su vida con los niños. Desesperados porque cada día el amor familiar iba en aumento y no se los entregaban, decidieron contar el caso y hacer una petición a través de la organización Change.org Juntaron más 12 mil firmas de apoyo. El juez ya no pudo negarse y se los entregó.
Ahora, Fabiana, su esposo Norberto Vega, Ezequiel y Betania viven felices en Buenos Aires. La niña fue sometida a varias operaciones para reconstruirle el rostro. Le extrajeron cartílago de las costillas, le hicieron el tabique nasal, le arreglaron el labio y comenzó la escuela.
Betania está en segundo grado y fue elegida mejor alumna. La psicóloga les dijo que no necesita más ayuda porque está superando su trauma. "No se asusten, que un hijo no es sólo el que se lleva en la panza: miren a nuestra familia, nosotros los elegimos como hijos, pero ellos también nos eligieron como padres", le contó Fabiana a la cronista de Infobae que rescató esta hermosa historia de vida.