Loriana Tissera tenía 14 años. Estaba sentada en la puerta de la casa de su abuela en barrio Villa Azalais, en la zona norte de Córdoba, cuando motochoros la asesinaron de un disparo en la cabeza por un celular que luego vendieron en 400 pesos. Sucedió un 25 de mayo de 2020, en plena pandemia.
Morena Domínguez tenía 11 años. Caminaba hacia el colegio cuando delincuentes en moto la golpearon hasta matarla para robarle un celular. Sucedió el 9 de agosto de 2023 en la localidad de Villa Diamante, en el partido bonaerense de Lanús, a pocos días de las Paso.
Ambas eran dos nenas. Ambas fueron víctimas de la inseguridad que golpea a todo el país. Pasaron tres años de la tragedia que conmovió a Córdoba y otra vez, ladrones le quitaron la vida, los sueños y el futuro a una menor de edad. Otra vez, por un celular.
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Vanesa, la mamá de Loriana, aún no encuentra explicaciones a semejante atrocidad y ni siquiera la condena perpetua a los asesinos alcanza para reparar su dolor. Muchos sentimientos se le removieron cuando todos los medios de comunicación informaban sobre el crimen de Morena.
“Es una Loriana más”, lamentó del otro lado del teléfono. “¿De vuelta lo mismo? ¿Hasta cuándo va a seguir pasando lo mismo de siempre?”, se preguntaba y al mismo tiempo se respondía con resignación: “Va a seguir pasando”.
“Murió sufriendo. No hay palabras. Es bronca, impotencia, dolor. Es una Loriana más. Yéndose a la escuela, ¿qué puede llevar en una mochila? Nada justifica que la maten, pero ¿qué puede tener?”, expresó Vanesa al reflexionar sobre el asesinato de la nena de 11 años en Lanús y que su familia también despidió en un cajón.
Tres años sin Loriana
La adolescente asesinada era la segunda de cuatro hermanos que la extrañan todos los días. “Nuestra vida, nuestra familia está destruida. Éramos una familia armada”, expresó su mamá entre lágrimas.
Pero aseguró que debe seguir por sus otros tres hijos, de lo contrario, afirmó que no sabría qué hubiera sido de su vida y la de su esposo Cristian. Aunque reconoció que los “invadiría la tristeza”.
“La falta de ella es eterna. Tratás de consolarte, escuchás palabras como ‘bueno, nos vamos a reencontrar en el cielo’, pero todo es para llenar el vacío un poquito”, confesó.
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Vanesa aseguró que junto al papá de Loriana y sus hijos hablan todo el tiempo de ella: “La nombramos, recordamos sus locuras, contestaciones”.
Este año terminaba la escuela secundaria y sus compañeros le hicieron un homenaje. “Ella falta para todos”, expresó conmocionada.
Buscando respuestas
Vanesa remarcó que “no tiene palabras” para explicarle a sus hijos lo que ocurrió con Loriana y ahora con Morena. “Ellos siguen viendo esa violencia. Se están criando con eso. Tratás de criar personitas de bien y siguen viendo esta violencia, que para estas personas la vida no vale nada. Se les va haciendo odio, bronca”, lamentó.
Pero ella no baja los brazos y “trata de sacar lo bueno de sus hijos”. Por eso, remarcó: “No somos de ese palo, no fui a hacer problemas ni quemar la casa. Somos laburadores. Me sacrifico para mandar a mis hijos a la escuela”.
“Me genera odio, bronca, impotencia. ¿Pero qué podemos hacer? No voy a salir con un arma a matar a todo el mundo. No me criaron así. Yo trato de llevarle a mis hijos la misma educación que me brindaron mis abuelos. No generando odio, no les lleno la cabeza”, subrayó.
Las fallas
“Yo no soy de ningún partido político. Me levanto todas las mañanas a trabajar y traer plata y comida a casa al igual que mi marido. Y me gustaría escuchar o ver que algún político se ponga y diga seguridad para que el que sale a trabajar, estudiar, para el abuelo que cobra la jubilación. Seguridad”, exigió Vanesa.
En el último día de campaña por las Paso, la mamá de Loriana remarcó que lo que pide “no está fuera del alcance” de los políticos. “Necesitamos seguridad, que cambien las leyes, que se pongan las pilas”, insistió.
También se dirigió a quienes gobiernan: “Que se pongan en el lugar de la gente que perdió seres queridos y que hagan algo”.
El mensaje a otras familias de víctimas
“No tengo muchas palabras para decir. Sé lo que se siente, no hay consuelo. No hay una palabra que justifique la ausencia de una hija. El dolor va por dentro. El tiempo pasa y, como dijo mi marido, es peor. Mas sentís la ausencia”, dijo Vanesa con un finito hilo de voz.
“Y no se tapa con nada”, cerró.
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