A Franco no le gusta mucho hablar. Se equivoca al responder, pero se le dan bien los números y le gusta el ajedrez que aprendió a jugar en el merendero. A Luz le gusta la química y entiende la fórmula para preparar la chocolatada que tomarán los niños de barrio Villa Corina. Ailyn tiene en la mano un celular mientras escucha a sus hermanos.
Eso tienen en común, un celular y algo más. Los tres hermanos van a la secundaria a un año menos del que deberían. Se fueron quedando un año y medio después del inicio de la pandemia. Hoy siguen con un solo celular llevando como pueden las obligaciones escolares.
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A la escuela a la que iban del otro lado de la circunvalación, la tuvieron que cambiar por una escuela en el centro. Entre las complicaciones extras que tuvieron, la madre no pudo tramitarles el boleto escolar. Siguen las tareas como pueden, sin wifi ni datos en el celular.
Lo único que sigue igual es la voluntad para asistir a colaborar en un merendero de barrio Villa Corina. Ahí van y, además de repartir las meriendas, ayudan a chicos de la primaria con las tareas.
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Ahí van entendiendo que hay otros en peores circunstancias aún. En un momento de la charla con los hermanos de un solo celular, me sorprendí corrigiendo mi pregunta: ustedes, a medida que se fueron alejando de la escuela…
Ailyn me miró y con desconcierto. Ustedes, a medida que la escuela se fue alejando. Y ahí respondió. A veces la pregunta correcta es más importante a la respuesta correcta de una pregunta incorrecta. La respuesta de los funcionarios es que la escuela sigue con la virtualidad de la misma manera para todos.
(Para colaborar con la familia, comunicarse con Carmen Olmos al celular 3513270558)