Su tiempo se divide entre las clases virtuales, las fechas de exámenes en la Facultad de Veterinaria de Río Cuarto, su trabajo como productora agropecuaria con dos campos en la zona de Amboy, provincia de Córdoba, y su tarea de bombero voluntaria por la cual tomó notoriedad el año pasado tras los incendios más importantes de los últimos años que puso a prueba la capacidad y valor de la fuerza en nuestra provincia.
Con tan sólo 23 años, no deja librado al azar, ella es polifacética y demuestra que en la mujer agropecuaria de hoy no existen limitaciones. “Siento que cuando estoy al vicio, me olvidé de hacer algo. Estoy totalmente ocupada pero no me arrepiento de hacerlo”.
Ni el cuidado de los animales, ni la mantención del campo, ni la siembra para poder tener alimento para el invierno para sus animales son cosas que la compliquen. “La vida de campo no me resulta difícil porque me gusta mucho, por eso elegí estudiar veterinaria. Antes era un poco más complicado, pero con la tecnología actual no nos hace falta nada. Para mí, es un regalo de la vida poder vivir aquí”. “Yo no mido las tareas que hay que hacer. No me fijo en mi género. Acá hacemos todo, todos. Si me sale mal, lo hago de vuelta o en todo caso, pido ayuda”.
Con su actitud ante la vida ha demostrado que se puede avanzar no sólo física, sino también intelectualmente. De hecho, el cursado de una carrera universitaria ya le sirve para progresar en su faz laboral. “El estudio me sirve mucho para mis tareas en el campo, hemos implementado sistemas de engorde, siembra de forrajes para tener alimento para los animales en invierno, también ayudé a hacer una cesárea y sin mis conocimientos no podría haber colaborado con el veterinario. Con todos los animales que tengo me siento dichosa de poder trabajar en ellos, una cosa potencia a la otra”.
Además, de sus tareas habituales, Tamara cuenta también con un perfil solidario que la llevó a ser bombero voluntaria. Los incendios forestales del 2020 en Córdoba fueron los peores en décadas. Ella con sus publicaciones en las redes sociales, puso en el tapete el trabajo que el cuerpo provincial debió enfrentar y por eso no podíamos dejar de preguntarle acerca de su opinión sobre la idea que la gente de campo es la que prende fuego en las sierras para mejorar sus tierras. Y su respuesta fue clara:
“Los que piensan que la gente de campo los prende están locos! ¡Con lo que cuesta mantenerlos y producir en ellos! En invierno nos quedamos sin agua, hay un montón de cosas que se hacen para mantener ese espacio y nadie quiere poner en riesgo su propiedad. La gente de campo nunca le va a hacer un mal al campo porque vivimos y trabajamos de ellos. Cuando voy a los incendios ves la angustia y la desilusión de la gente al que se le queman sus cosas. Sabes que en un minuto podés perder 30 años de trabajo”.
Ella, sin querer, deja un mensaje claro; para avanzar y crecer en la vida, solamente hay que proponérselo. No hay género, ni lugar de residencia, ni zona agraria que lo pueda impedir. La mujer en la actualidad cuenta con todas las herramientas para decidir sobre su futuro y así tiene que ser.