Para el fiscal que investigó el caso, una patota mató a Santiago Mansicidor (25) por la simple razón de que era policía. El joven estaba de franco, en un bar de su localidad -Berrotarán- cuando cinco agresores lo atacaron en la madrugada del 13 de febrero de 2021.
Aún estaban vigentes las restricciones por la pandemia. Los entredichos comenzaron dentro de un bar y continuaron en la calle, donde los atacantes le robaron el arma reglamentaria al oficial ayudante y lo asesinaron a quemarropa.
Cinco acusados serán juzgados desde este lunes en Río Cuarto en un juicio con jurados populares. Tres de los imputados eran menores de edad al momento del hecho: dos de 17 años y otro de 16. Tras la fatal agresión fueron alojados en el Complejo Esperanza.
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Los dos mayores que se sentarán en el banquillo son Lucas Matías Abatedaga y Lucas Francisco Dallago, ambos de 18 años. Ellos están en la cárcel de Bouwer con prisión preventiva.
El fiscal Pablo Jávega imputó a los cinco de homicidio calificado por la participación de dos o más personas y por la calidad funcional de la víctima. Además los acusó por robo.
Actuaron "motivados por la tirria que le provocaba la condición de miembro de la fuerza de seguridad policial que ostentaba Mansicidor", sintetizó el fiscal en la investigación.
Frente a la plaza
Todo se desencadenó frente a la plaza principal de Berrotarán. Mansicidor, que prestaba servicios en una comisaría de Río Cuarto, había regresado a la localidad para aprovechar el momento de descanso.
Dentro del bar "Juan Valdéz", el primero que se le acercó fue Lucas Abatedaga con quien tuvo un cruce de palabras. Según la acusación de la fiscalía, el policía optó por retirarse.
Una vez en la calle observó que Abatedaga lo seguía con otros cuatro jóvenes. El fiscal sostuvo que, al verse amenazado, Mansicidor sacó el arma reglamentaria del interior de su automóvil para que los agresores desistieran de sus intenciones.
Lejos de retroceder, la patota tomó a golpes de puño al policía y le quitó la pistola 9 milímetros. Ante esta situación, el oficial corrió hacia el medio de la calle pero lo volvieron a interceptar.
Mansicidor recibió múltiples golpes de puño y patadas hasta que cayó al piso. En esas circunstancias, Abatedaga efectuó entre siete u ocho disparos contra el policía. Cuatro lo hirieron de muerte.
El ataque final
Por los golpes y las heridas de arma de fuego, Mansicidor quedó tendido boca abajo. Mientras agonizaba, uno de los agresores le pegó un puntapié en la cabeza.
La muerte del oficial se constató cuando era trasladado al Hospital de Berrotarán en busca de atención médica, aunque las lesiones fueron letales.
Con la víctima al borde de la muerte, los agresores escaparon del sector y arrojaron el arma al techo de un comercio del lugar.
Los testimonios e imágenes obtenidas en la escena del crimen permitieron cercar a los responsables y ponerlos a disposición de la Justicia.