Antonio González fue condenado a prisión perpetua por la Justicia de Córdoba, que lo halló culpable de homicidio agravado por el vínculo y mediar violencia de género.
El hombre recibió la pena luego de matar y enterrar a su ex esposa, Juana Valdez (43), en Colonia Caroya. El hecho ocurrió en septiembre de 2020, en plena pandemia, y conmocionó por aquella época a toda la provincia.
El juicio se resolvió en solo una semana en la Cámara 5ª del Crimen, con jurados populares. Apenas se conoció el veredicto, familiares de la víctima rompieron en llanto y celebraron la resolución.
"Le agradezco al tribunal. Sólo pedimos justicia. No sé merecía la muerte que tuvo. No era una persona tan mala como para que le pase esto”, dijo en el final del juicio la hermana de Valdez.
Por su parte, el condenado simplemente se limitó a reiterar que era "inocente", en lo que fueron sus últimas palabras antes de retornar a prisión.
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“Una nueva demostración de que la realidad supera a la ficción porque si hubiese sido una novela tendría todos los componentes. Nadie hubiese sabido qué fue de la víctima porque a nadie le interesaba demasiado. Podría haber quedado desaparecida para siempre. Nadie la buscaba, nadie preguntaba por ella”, dijo a su vez el fiscal de Cámara, Marcelo Fenoll.
El caso
A mediados de 2020, González ahorcó y mató a su esposa y enterró su cuerpo en un descampado de la Ruta Nacional Nº 9 cerca de Colonia Caroya. El 13 de septiembre de 2020, el femicida volvió al lugar donde enterró a su esposa y realizó la denuncia.
Aseguró que había encontrado el cuerpo y que no sabía que era de su pareja. Sin embargo, González no pudo explicar por qué no había hecho la denuncia de desaparición de Juana Valdez y terminó detenido.
Según las investigaciones del Ministerio Público Fiscal, González hizo la denuncia porque quería casarse con su nueva pareja y necesitaba el certificado de defunción de Valdez para hacerlo.
La Fiscalía interpretó que el asesinato se enmarca dentro de violencia de género por haber una manifestación de discriminación por la desigualdad real entre victimario y víctima, ejercida por la condición de mujer de esta última.