Sebastian Oshiro comenzó a tartamudear a los 3 años. Durante su infancia y adolescencia hizo todo lo que estuvo a su alcance para lograr fluidez en el habla, a los 33 años fue a su primer entrenamiento vivencial de desarrollo personal y a los 43 se certificó como neurocoach.
Hoy en día entiende y comparte la importancia de acompañar los tratamientos de fluidez en la palabra y su gran objetivo es poder ayudar.
Clemen Caon tiene 13 años y vive en Montecristo, estudia en el colegio Corazón de María y su gran pasión es leer.
Tomi Camarasa tiene 10 años, vive en El Talar de Mendiolaza, va al colegio San José de Villa Allende y juega al fútbol en el club Sporting del barrio.
Mateo Narbona es de La Calera, con 13 años está en segundo año del colegio israelita General San Martín y juega al rubgy en el Tala.
+ MIRÁ MÁS: Una historia para visibilizar el albinismo
Con su impronta bien marcada y su valentía intacta, cada uno enfrentó las cámaras para hablar de su lucha, que más de una vez afecta el autoestima, genera enojos, frustraciones y ansiedad.
Todos coinciden que el primer paso es la aceptación y para esto no están solos: familia, amigos, compañeros, psicólogos y fonoaudiologos forman parte de su red de contención para que juntos puedan realizarse y convivir en una sociedad que muchas veces no genera empatía por ignorancia.
+ Mirá el informe de ¿Qué ves cuándo me ves? y conocé más sobre la disfluencia: