Con flores, con estrellas, negros, blancos, del guasón, de todos los colores, dibujos y personajes. La era del barbijo ya se impuso desde hace meses pero, a pesar de cumplir con la misión de cuidarnos de un virus que amenaza, también aísla y deja en una burbuja solitaria a personas con hipoacusia.
Julieta Sol Rodríguez, cordobesa de 39 años, tiene hipoacusia bilateral severa desde los 16 años, una discapacidad auditiva que la llevó a aprender a comunicarse leyendo los labios y gestos faciales.
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Hija de Nora Fonseca, con quien vive, y mamá de Stéfano de 3 años, formaron un gran equipo. Aprendieron juntos a comunicarse a la perfección, solo necesita que la miren y le hablen claro, modulando mucho y así su cotidianeidad es mucho más llevadera.
Superó entrevistas laborales, está llena de amigos, trabajó mucho en gastronomía con su hermano y cada vez que no entiende algo pide al interlocutor que se lo escriba en un papel.
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Claro, en tiempos de pandemia amenazados por un virus que asusta, nubla e incomoda, más de uno se olvida de empatizar y ponerse en los zapatos de quien hace más de seis meses puede sentirse solo, en silencio y sin poder utilizar la simple herramienta de mirar a los labios para entender.
Muchos no nos vemos la sonrisa, otros tantos no saben de qué estamos hablando.