En diciembre de 2016, Rebeca Abigail Ponce (20) tiró a Milagros, su beba de sólo tres meses, en una alcantarilla. La Policía encontró a la criatura envuelta en una sábana y sin vida, a 50 metros de su casa. Antes, la madre inventó que se la habían robado.
Dos años después de este hecho que conmocionó a la localidad de Airas, ubicada en el sureste de la provincia de Córdoba, la joven fue condenada a principios de agosto a una pena de ocho años de prisión, a pesar de que el delito prevé una pena de prisión perpetua, al tratarse de un homicidio calificado por el vínculo.
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Este jueves se conocieron los fundamentos de la sentencia atenuada. Un tribunal de Río Cuarto, con jurados populares, la consideró autora responsable del delito de homicidio calificado por el vínculo mediando circunstancias extraordinarias de atenuación.
De acuerdo a lo que informaron desde la Cámara en lo Criminal y Correccional de 2º Nominación de Río Cuarto, se basaron en la declaración testimonial del psiquiatra forense Gustavo Zanlungo sobre la imputada, quien “se encontraba en la tercera etapa puerperal, vulnerable, con temor a su madre, padeciendo el abandono de los padres de sus hijos y de su familia, sobre todo el de su progenitora, emocionalmente endeble y lábil”.
Por esta razón, la eximieron de la pena máxima al considerar que padecía de un estado de vulnerabilidad social y ante la falta de educación. Ante estas circunstancias expuestas, disminuyeron la culpa porque “no se probó que la acusada tuviera, por ejemplo, fallas groseras en sus facultades mentales para conocer, comprender e inhibir voluntariamente sus actos; por el contrario, la pericia psicológica y psiquiátrica dan cuenta que se trata de una persona que comprende y discierne lo reprochable”.