Ezequiel Cabrera vivió una pesadilla hace tres meses y medio y aún la padece. Agradece a Dios que no le quedaran secuelas, pero todavía espera que llegue la prótesis para cubrir la parte del cráneo que se fisuró, someterse a cirugía y recuperar su vida.
Era 9 de abril cuando cayó al túnel de Plaza España luego de escapar de una patota que quería pegarle a la salida de un boliche en Nueva Córdoba. Pese a todo, no guarda rencor ni teme volver a cruzarse a los agresores.
“No me causaría nada verlos porque el hecho ya está, por más que me vengan a pedir perdón no me van a devolver el cráneo”, expresó en diálogo con ElDoce.tv. Y agregó: “No les desearía que pasen por lo mismo, ni pasar lo que yo pasé y que hasta el día de hoy paso”.
En ese sentido, reveló que tiene momentos de depresión “muy fuertes” y cada vez que le nace un recuerdo de aquella madrugada llora desesperado.
Ezequiel es consciente de que sobrevivió de milagro y el crimen de Joaquín González en Alta Gracia lo interpela como víctima, pero sostiene que las personas que le hicieron daño en la cabeza son quienes deberían cuestionar su accionar. “No se me viene nada a la cabeza, creo que esas personas que me hicieron daño, desde el momento que salieron a correr y me pegaron, tienen que cuestionarse”, indicó.
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Consideró que los chicos “no pelean para asustar sino que pegan a matar y sacarle la vida a alguien, como matar a un mosquito”. “Es inhumano”, lamentó.
Ante la pregunta sobre los numerosos casos de violencia urbana, Ezequiel Cabrera cree que “la Justicia no falla porque en todo evento está presente”.
Manifestó que tanto policías como gendarmes “no pueden hacer más de lo que su trabajo disponga” y apuntó contra las personas en general. “Ningún padre le enseña a su hijo a pelear”, afirmó el adolescente, quien sostiene que “hace falta más respeto hacia el otro”.
Un mensaje a la familia de Joaquín González y a los chicos de su edad
El adolescente de 17 años puede decirles que se pone en su lugar y comprende que están atravesando un momento doloroso.
Pero remarca que no es fácil ponerse en el lugar de la mamá y papá del joven asesinado en Alta Gracia: “No podría decir que lo entiendo porque gracias a Dios mis padres no pasaron por ese sentimiento si yo hubiera muerto”.
“Es un proceso súper doloroso que ningún padre se merece atravesar”, expresó.
Y también se dirigió a los más jóvenes, a quienes les pidió que “salgan tranquilos, a pasarla bien”. “No por pegarle al otro voy a ser más y no por agachar la cabeza vas a ser menos”, cerró.