Naomí (20) vivió una verdadera pesadilla el miércoles al mediodía en su casa de barrio Villa Boedo. Su expareja fue a buscar a sus hijos, de cuatro y un año, y al observar que estaba sola, regresó para lastimarla: sacó una botella de alcohol del bolsillo, la roció y se acercó con un encendedor hasta prenderla fuego. Huyó como un cobarde.
La víctima fue socorrida por un vecino al verla tirada abajo de la canilla de afuera intentando que el agua apagara el fuego de su cuerpo. Luego fue trasladada al Hospital Ferreyra y allí derivada al Instituto del Quemado. Sufrió quemaduras de segundo grado en la mitad del cuerpo del lado izquierdo. "Yo tenía el pelo largo y eso me salvó de que no me quemara la cara", aseguró Naomí a ElDoce.tv.
Después de realizar la denuncia en la Unidad Judicial 10, el agresor quedó detenido en la mañana de este jueves. Tenía una orden de captura. Está acusado por el delito de tentativa de homicidio. Investigan las circunstancias del violento episodio.
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La joven, madre de dos pequeños niños, detalló a este medio que se habían separado hace cuatro meses -después de cinco años en pareja- porque sufría violencia de género (física y verbal). La mayoría de las veces la golpeaba cuando estaban solos. Pero también lo hizo al frente de los nenes. A ellos jamás los lastimó, según contó.
La primera vez que lo denunció fue cuando le pegó una trompada en la cabeza. Pidió la exclusión de hogar y una orden de restricción, pero jamás fueron notificados. Todo continuó con normalidad, como si nada hubiera pasado.
"Quería que volviéramos. Me celaba todo el tiempo. Siempre amenazaba con matarme", reveló Naomí. Además, confesó que siempre le pegaba en partes del cuerpo donde no le dejaba moretones: en la cabeza y en la zona de los riñones. "Nunca me dejó marcas. Pero siempre me quedaba doliendo", sentenció.