Dentro de los diez prioridades del Programa Nacional de Coordinación para la Búsqueda de Personas Ordenada por la Justicia (BUSCAR), que depende del Ministerio de Seguridad de la Nación, uno solo de los delincuentes era autor de crímenes sexuales: Alejandro Alfredo Manrique.
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Con un dato certero y después de tres años de rastreo, el único abusador de la lista fue capturado en la ciudad de San Marcos Sierras. Sobre él pesaba una recompensa de medio millón de pesos.
El fugitivo había sido declarado culpable de haber sometido sexualmente a una niña de 12 años en la ciudad de Buenos Aires. En 2010, un tribunal lo condenó a 15 años de cárcel por el delito de abuso sexual agravado por el vínculo en cuatro ocasiones.
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Pero la defensa apeló el fallo en dos oportunidades y logró recuperar la libertad para su representado. La Corte Suprema de Justicia recomienda evitar encarcelar a los detenidos hasta que la sentencia quede firme, siempre y cuando, no entorpezcan el proceso ni haya peligro de fuga.
En este caso esa última condición no se dio. Cuando la Sala 3 de la Cámara Federal de Casación Penal dejó fija una pena de 10 años (5 años menorque la de primera instancia), Manrique armó las valijas y se esfumó de la Capital Federal antes que lo encierren.
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El destino de escape fue la provincia de Córdoba. En un pueblo apacible de las sierras vivía tranquilamente con una nueva familia. Pero la Policía de la provincia, con una orden de arresto y la invitación a ofrecer las manos para colocarles las esposas, le recordó que tiene una deuda que pagar con el pasado.