“Esta historia es real, pasó ayer y ojalá la puedan dar a conocer”. Ese fue el primer mensaje que recibí en el celular un 17 de agosto de 2020. Era la cuñada de Pablo Musse quien narraba con profunda tristeza la odisea que estaba viviendo su familia.
En ese momento aún no conocíamos la historia de Solange y mucho menos imaginábamos su triste final.
Al día siguiente, el martes 18 de agosto, a las 8 de la mañana en Arriba Córdoba vimos a Pablo llorar por primera vez. Entre lágrimas explicó que su hija estaba en Alta Gracia realizando un tratamiento alternativo para luchar contra un cáncer de mama avanzado.
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Él vive en Neuquén y desde marzo, por la pandemia, no veía a su hija. Fue por eso que tramitó todos los permisos necesarios para poder viajar. Hasta se comunicó con el COE para explicar su situación y poder ingresar a la provincia de Córdoba.
Su viaje había comenzado el sábado cuando salió de Neuquén rumbo a Córdoba y un control en Huinca Renancó lo detuvo.
“Nos hicieron los hisopados. El de ella (la tía de Solange) dio negativo, pero me dijeron que el mío fue ‘dudoso’. Entonces me hicieron otro, y volvió a dar ‘dudoso’”. Así contaba Pablo lo que comenzaron a vivir junto a su cuñada que lo acompañaba en el viaje.
El NO fue rotundo y cambiaría la historia para siempre. Sin poder ver a su hija y con una enorme tristeza debió regresar, ni siquiera le ofrecieron la posibilidad de hacer cuarentena en Córdoba.
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“Nos acompañaron ocho móviles policiales por toda la ruta hasta Neuquén. Los policías me decían que no me podía bajar ni en las estaciones de servicio a comprar comida”, así relataba Pablo el calvario que sufrieron con medidas extremas que incluyeron la prohibición de ir a un baño público: “tuvimos que hacer nuestras necesidades en el campo, en el medio del camino”.
Pablo estuvo arriba de la camioneta durante 40 horas sin descanso pero sobre todo, sin poder ver a su hija.
La carta de Solange.
Al día siguiente, el miércoles 19 de agosto conocimos a la joven que plasmó en una carta todo el dolor y su pedido casi desesperado por ver a su papá.
En la voz de Roxana Martínez, en el móvil de Arriba Córdoba escuchamos lo que Solange tenía para decir: “Quiero que entiendan que mientras viva tengo mis derechos y quiero que sean respetados. Lo que han hecho con mi padre y mi tía es inhumano, humillante y muy doloroso (…) Acuérdense: hasta mi último suspiro tengo mis derechos”.
La muerte más triste
La semana terminó con la peor noticia. En la madrugada del viernes 21 de agosto, Solange se descompensó. Fue internada de urgencia y falleció.
Su papá seguía en Neuquén con el resultado negativo de cada uno de los hisopados que le pidieron. Sin coronavirus y sin consuelo.
“Estos HDP no me dejaron ver a mi hija, esto no va a quedar así”, fueron las primeras palabras que dijo Pablo Musse de manera pública cuando le permitieron viajar a Córdoba con un permiso que llegó demasiado tarde.
Beatriz, la mamá de Solange quien acompañó a su hija en cada paso del doloroso camino que tuvo que recorrer dijo que “desde el momento en que pasó todo, mi hija empezó a agonizar, nos destrozaron psicológicamente, nos destrozaron la vida. Estamos mal, agobiados, con bronca, con impotencia. Pero en esta corrida que voy a hacer por mi hija, por los derechos de ella, que fueron pisoteados, la voy a seguir hasta el final”.
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