Lucas tiene 18 años y hace algunos meses sufrió una infección en sus ojos que le provocó la pérdida de la visión. Su vida cambió por completo y debió aprender a hacer muchas actividades que antes hacía con independencia.
Por diferentes problemas, el viaje de egresados era casi imposible para Lucas y su mamá Roxana. Pero los amigos tomaron una importante y emotiva decisión: regalárselo para que pudiera disfrutar del fin de curso.
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“No me lo esperaba, fue un año muy difícil”, expresó Lucas con timidez en Arriba Córdoba. El adolescente ve “muy poco” y tiene colocado un implante en su ojo derecho. Es amante del fútbol y desde pequeño practicaba el deporte.
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Sus amigos del colegio Ceferino Namuncurá de Córdoba comentaron que se quedaron “fascinados con la idea” de que Lucas viajara con ellos. “Lo vamos a pasar muy bien”, expresó uno de ellos y siguió: “Lo tiene muy merecido”.
Roxana, la mamá de Lucas, confesó que fue “muy difícil” el proceso de aprender con su hijo a hacer tareas diarias y sencillas pero que se transformaron en desafíos. “Aprender a manejarse, a estudiar, a todo. Es un empezar de nuevo porque no nació no vidente”, explicó.