Mariana Ditzel tenía 30 años era de Comodoro Rivadavia y esperaba un trasplante de corazón en una clínica de Buenos Aires.
Estaba primera en la lista de emergencia para recibir un órgano del INCUCAI y lamentablemente no llegó y su cuerpo no aguantó la espera.
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La joven había cumplido años hace pocos días y estaba internada en el Instituto Cardiovascular de Buenos Aires (ICBA). Su cuadro era crítico, según describía la propia familia, pero las esperanzas se habían renovado por la llegada de un medicamento que le permitiría aguardar un donante con más alivio.
“Esperaba un ángel donante y no me di cuenta que el ángel eras vos”.
Las redes sociales se llenaron de mensajes tras su muerte y el más conmovedor fue el de su pareja, Enzo, donde destaca: “Esperaba un ángel donante y no me di cuenta que el ángel eras vos”.
"Cuando nos enteramos de la enfermedad lloramos, lloramos muchísimo, me acuerdo muy bien el día. Te prometí que jamás te iba a dejar sola, te prometí que yo iba a ser tu escudo, me prometí a mi mismo que iba a hacer todo para que disfrutes al máximo cada momento, que jamás haya un 'no' a algo en tu vida. Se que sabías que vivía por y para vos, aunque no lo hablábamos, yo se que lo sabías", escribió Renzo en su red social.
Mariana padecía de una dolencia cardíaca congénita: miocardiopatía dilatada no compactada. La única salida era un trasplante. Además y para hacer más dramática la espera del donante, la joven necesitaba un remedio que podía alargar la espera. Pero ya no se fabricaba en la Argentina por eso se hizo una amplia difusión para conseguirlo.
El medicamento llegó el viernes desde Canadá, pero ya era demasiado tarde: según los médicos el cuadro era “irreversible”.