Uno de las características más atractivas para el turismo que ofrece nuestro país es la diversidad natural que se puede encontrar a lo largo y a lo ancho de su suelo. Los destinos más elegidos suelen ser las Cataratas del Iguazú, una de las maravillas del mundo, el NOA, la zona cordillerana de San Juan y Mendoza, y los lagos y glaciares patagónicos. Sin embargo pocos saben que en Buenos Aires se encuentra uno de los deltas más grandes del mundo, y que hay una manera única de recorrerlo y conocerlo.
“Le trato de transmitir a la gente lo mismo que me pasó a mi con el Delta. Descubrir un lugar que tiene más de 300 ríos internos, mucha naturaleza, y nunca te vas a meter en ningún lugar que sea igual al otro”, cuenta Patricio Redman, instructor de kayak e impulsor de su propio emprendimiento.
Esta experiencia ofrece un contacto en primera persona con la naturaleza, ya que los turistas conducen su propio kayak al ras del agua inmerso en la naturaleza. La actividad se divide en grupos que recorren canales de baja dificultad en los que, gracias a la quietud reinante, se conectan y descubren la gran diversidad que esconde. “Acá tienen la posibilidad de encontrar bosques, aves, animales, el Delta es una maravilla natural. Hay muy pocos deltas en el mundo y tenemos que valorarlo ”, agrega Patricio.
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Este tipo de emprendimientos se enmarcan en una tendencia global, en la que los turistas se inclinan por vivir experiencias personalizadas e innovadoras por sobre los clásicos paseos y visitas a monumentos y lugares de interés. Y para asegurar que la experiencia sea autóctona, son realizados por personas que conocen cada rincón de la zona como si fuera su casa y logran transmitir su arraigo a quienes los visitan. “Mi papá era de Entre Ríos y nos traía de chicos siempre al Delta y ahí es que aprendí a remar. Mis amigos me incitaban a que diera cursos y a partir de ahí empezamos a organizar recorridos y actividades.”
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Existen dos grandes grupos de turistas que se acercan a realizar la experiencia: por un lado el turismo local de la ciudad de Buenos Aires y Gran Buenos Aires, y en vacaciones de invierno se suman muchos del interior del país. Por otro lado están los extranjeros que lo visitan durante todo el año.
Además, esta experiencia turística genera actividad para otros emprendedores que, al igual que Patricio, viven en la zona y pueden trabajar sin moverse de ahí.
“En general el isleño es muy receptivo al turismo porque saben que les generan oportunidades de trabajo, y también se acoplan a nuestras actividades”, asegura Redman.