Es noticia porque jamás ocurrió. Piense, haga memoria, ¿alguna vez se cruzó con alguna figura relevante del mundo de la Política haciendo las compras como cualquier hijo de vecino? Seguramente no.
Ni el fanatismo que despertó el kirchnerismo, con funcionarios devenidos en mesías, generó fotos como estas. Mucho menos la excentricidad del menemismo. En cambio, en dos meses del macrismo como partido predominante en el país ya trascendieron un par de imágenes similares.
Primero sorprendieron a Juliana Awada. La flamante primera dama hacía la cola en una pescadería del barrio chino porteño cuando un hombre la reconoció y le pidió una selfie. "Me asombró la simpleza de esta mujer", posteó el ciudadano en cuestión.
Y ahora la sorprendida fue la gobernadora de Buenos Aires, María Eugenia Vidal: la encontraron en un Coto cercano a su domicilio sin maquillaje, de entrecasa, alejada de asesores o empleados que la ayudaran. En su caso no sorprende tanto, durante la campaña caminó la provincia golpeando puerta por puerta, prometió volver después de las elecciones y cumplió aun habiendo ganado, ya sin necesidad alguna de mejorar su imagen.
Sin embargo, estamos tan poco acostumbrados a este tipo de situaciones que nos resultan extrañas, casi descabelladas. Cómo será, que en las redes sociales en seguida se abrió el debate sobre “fotos casuales o fotos preparadas”. No es para menos, la clase política argentina se ganó con creces toda esa desconfianza.