Ayer, a propósito de cierta canción que nos activó los recuerdos, me acordaba de lo bien que la pasaba en casa de mi abuela Porota cuando me enseñaba a hacer su solitario o en la de mi abuela Negra con los cartones y bolillas de lotería que yo después usaba para hacer carreras de fórmula uno.
Y sí, a muchos nos queda la depresión post parto, digo, post mundial, y es buen momento para pensar en por qué tantos argentinos no encontramos eventos que nos generen el mismo entusiasmo. No es lo único en lo que tenemos que pensar.