Aunque en el imaginario colectivo de Argentina el 21 de septiembre es sinónimo de primavera, lo cierto es que el inicio real de la estación depende de un fenómeno astronómico: el equinoccio de septiembre. Esto ocurrirá cuando el Sol cruce el ecuador celeste y la luz se reparta de manera equilibrada entre el hemisferio norte y el sur.
En ese momento, gran parte del planeta vivirá una jornada con unas 12 horas de día y 12 de noche, ya que los equinoccios son los únicos momentos del año en los que la distribución de la luz solar se equilibra de forma casi perfecta.
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El fenómeno se da por la inclinación del eje de la Tierra, que está inclinado 23,5° respecto al plano de su órbita alrededor del Sol, lo que genera las estaciones. Este 2025 ese momento será el lunes 22 a las 15:20 (hora argentina).
Ahora bien, ¿por qué no ocurre siempre el mismo día? La razón está en la duración del año terrestre. La vuelta completa alrededor del Sol tarda 365 días, 5 horas y 48 minutos. Esas horas adicionales se acumulan año a año y producen un pequeño corrimiento en los equinoccios. Los años bisiestos corrigen parte de ese desfasaje, pero la fecha puede variar entre el 21, 22 o 23 de septiembre.

Más allá de la precisión astronómica, en Argentina existen otras dos formas de marcar el inicio de la primavera. Los meteorólogos la ubican siempre el 1 de septiembre, para simplificar la comparación de datos climáticos. En tanto, desde la costumbre social y cultural, el 21 de septiembre quedó instalado como “día de la primavera” y coincide con el Día del Estudiante, con celebraciones, picnics y encuentros al aire libre.
Así, la primavera tiene en realidad tres fechas de inicio distintas: la meteorológica (1 de septiembre), la cultural (21 de septiembre) y la astronómica, que este año llegará el lunes 22. La estación de las flores ya empezó en las calles, pero el verdadero cambio, el que marca la naturaleza, ocurrirá recién ese día.