Hacer un buen asado no solo depende del corte o del punto de cocción: también del arte de encender el fuego. Y aunque muchos recurren al alcohol o a combustibles líquidos, existen formas caseras, seguras y ecológicas para lograr brasas perfectas sin correr riesgos ni alterar el sabor de la comida.
La forma sencilla y tradicional es usar papel de diario, grasa o aceite de cocina y carbón. Solo tenés que hacer una especie de nido con el papel, colocar encima algunos pedazos de carbón o leña fina, y rociar con unas gotas de aceite usado o grasa derretida.
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Encendé el papel desde abajo y, en pocos minutos, el fuego comenzará a tomar fuerza. Lo importante es dejar espacio para que circule el aire y mantener la estructura sin aplastar el papel.
Otras formas
- Cáscaras de naranja o de papa: Si querés darle un toque original, podés aprovechar las cáscaras secas de naranja o de papa. Ambas tienen aceites naturales y almidones que actúan como excelente combustible natural. Solo tenés que dejarlas secar unos días antes y agregarlas entre los carbones o troncos. Además, las de naranja dejan un aroma agradable que perfuma el ambiente.
- Pan duro y servilletas aceitosas: ¿Tenés pan viejo o servilletas usadas con restos de aceite? No las tires, son un excelente encendedor casero. Colocá los trozos entre los carbones y encendelos con fósforo. El aceite residual ayuda a que la llama dure lo suficiente para que el fuego prenda sin esfuerzo.
- Cartón y hueveras de papel: Otra alternativa muy útil es usar cartones o hueveras de papel, que arden lento y con fuerza. Podés rellenar cada cavidad con un poco de papel y unas gotas de aceite o cera derretida. Este truco casero funciona especialmente bien si el carbón está húmedo.
El secreto final
Más allá del método que elijas, el truco clave está en no apurarse y tener paciencia. Dejá que el fuego respire y, si hace falta, usá un abanico o soplador para darle oxígeno. En pocos minutos tendrás unas brasas parejas y estables, ideales para el asado.
Encender el fuego sin alcohol ni combustibles es posible, más económico y mucho más seguro. Con un poco de ingenio y productos que tenés a mano, podés mantener viva la tradición del asado sin riesgos ni complicaciones.