Lo que muchos consideran un gesto rutinario antes de ir a la cama encierra más significado del que aparenta. Para numerosas personas, asegurarse de que la puerta esté bien cerrada es casi un ritual que les permite conciliar el sueño sin preocupaciones.
Una investigación hecha por especialistas en seguridad y publicada en El Confidencial reveló que cerca del 60% de la población opta por dormir con la puerta del cuarto cerrada.
+ MIRÁ MÁS: Andalucía dio marcha atrás tras bardear a Córdoba y se disculpó: “Apagamos el fuego”
Este comportamiento llamó la atención de expertos interesados en comprender qué procesos mentales influyen en esa elección. Entre las razones más contundentes aparece una cuestión práctica: una puerta cerrada puede frenar la propagación del fuego en caso de incendio, aumentando las probabilidades de sobrevivir.
Esta simple medida ilustra cómo ciertos hábitos nacen de respuestas inconscientes ante posibles amenazas. También interviene la sensación de protección. Quienes duermen con la puerta abierta suelen percibirse expuestos, mientras que cerrar ese límite físico contribuye a generar un espacio de refugio durante el descanso.
La psicología remarca que pensar en la seguridad propia implica, a la vez, contemplar la de quienes conviven en el hogar. Revisar detectores de humo y monóxido o tener un plan de salida son prácticas que complementan ese gesto cotidiano.



