La tragedia aérea que sacudió a Bell Ville este fin de semana dejó como saldo la muerte de dos pilotos apasionados por volar: Mariano Latuff Zeballos (32), oriundo de Villa Cañás, Santa Fe, y Ricardo Ferrer (40), nacido en Alpachiri, La Pampa, pero residente en la zona rural de Ascensión, Buenos Aires. Ambos tripulaban el avión Bristell que se estrelló e incendió al intentar despegar durante un festival en el Aeroclub belvillense.
La aeronave, que se dirigía a Villa Cañás, entró en pérdida al final de la pista y cayó de manera violenta contra el suelo. Pese al rápido despliegue de bomberos y personal de emergencias, nada pudo hacerse para salvar la vida de los tripulantes. El siniestro, cuya hipótesis principal apunta a una pérdida de sustentación en el despegue, quedó bajo investigación judicial.
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Latuff Zeballos se describía en sus redes como piloto comercial, ingeniero en sonido, DJ y productor de eventos. Su última publicación en Facebook causó impacto entre sus allegados: compartió la invitación del Aeroclub de Bell Ville al festival aéreo con la frase “La entrada al cielo está en tus manos”. Desde el Aeroclub de Villa Cañás lo despidieron con profundo dolor: “Tu vida fue el vuelo y un amor incondicional con el Aeroclub. Siempre dispuesto a dar una mano a todos. Dejás un espacio que será difícil de llenar”.

En el mismo posteo, sus compañeros remarcaron el vacío que deja su partida: “Mariano va a seguir estando con nosotros en recuerdos imborrables, en cada vuelo, en cada reunión, en cada charla de hangar y en cada historia que compartamos en este lugar que tanto amaba. Vuela alto, amigo. Descansa en paz”.
En tanto, el Aeroclub también expresó su pesar por Ricardo Ferrer, a quien definieron como un amigo cercano de la institución. “Lamentamos profundamente la partida prematura de un amigo de la casa, Ricardo Ferrer. Acompañamos a su familia en este profundo dolor. QEPD Pampa querido”, escribieron en sus redes.

Ambos pilotos fueron recordados con sentidas palabras por amigos, familiares y colegas de la aviación, que resaltaron su pasión por volar y el legado que dejan en cada comunidad donde compartieron su vocación. La conmoción por el accidente aún se siente fuerte en Bell Ville y en sus localidades de origen, que los despiden entre lágrimas y homenajes.