Cesar creció en Barrio 1° de Mayo de la ciudad de Córdoba, pero una oportunidad laboral lo llevó a vivir hace siete años a Chile. Nunca se va a olvidar el día en que, cuando era chico, descubrió y comenzó a amar a la Mona Jiménez cuando escuchó por primera vez la canción "Después de un año". No sabe bien por qué, pero ese tema despertó su admiración por él, que vivió, primero solo, y después contagió a Lorena, su compañera de vida..
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Él es Licenciado en Ciencias de la Computación, y un día lo llamó un compañero de la facultad para hacerle una propuesta: tenía un puesto asegurado en el área de sistemas de la corredora de bolsa más importante del país, pero tenía que llegar en menos de una semana. No tenía un peso, así que vendió el auto para comprar el pasaje y dejó a su esposa, su hija de 6 años y su hijo de 2 en Argentina hasta conseguir donde vivir y algo de plata para mantenernos.
Después de unos meses sin verlos, pudo llevarlos en colectivo con un trasbordo en pleno julio en Mendoza cruzando la Cordillera totalmente tapada de nieve. Durmieron durante más de un mes los cuatro en la misma cama, pero el esfuerzo valió la pena y hoy disfruta de un mejor pasar económico.
La pileta jimenera
Hace poco se mudaron a una casa con piscina que estaba un poco descuidada y mal pintada. Él no lo dudó: "La despinté entera y le dije a Lorena que en el fondo iba a dibujar la cara de la Mona. Ella como siempre me apañó", contó a Cuarteteando. César no tiene nada que ver con el arte y nunca había hecho algo así, pero dice que de tantos dibujos en remeras, tazas, etc se le "quedó grabado en la cabeza".
Como a muchos que se van, el estar lejos lo hizo valorar más lo que tenía y su fanatismo se volvió a flor de piel. "Siempre llevó a la Mona conmigo, siempre hay un detalle, en la oficina mis tazas son negras, al ponerle agua caliente se comienza a dibujar la misma figura de la piscina en la taza, mi barbijo es con la misma cara, tengo varias remeras con distintas tipologías", explica.
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Y, como todo monero que vive en el exterior, contagia su fanatismo a todos los que conoce: "Mis compañeros de trabajo y amigos, que son de Cuba, Venezuela, Chile, Colombia, Mexico, India bailan con él en los asados que hacemos. En la oficina todos saben de él", cuenta con orgullo y completa: "Yo lo admiro mucho, él brinda mucha alegría, mis hijos se ríen cuando en el medio de un shopping me pongo a hacer sus poses o a bailar en las escaleras mecánicas".
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La Mona lo salvó
Una anecdota graciosa fue que una vez estaba circulando por Santiago con el permiso vencido en cuarentena cuando lo frenaron para un control: "Tenía 3 hs de vencido, me para un militar y al ver el barbijo me dijo, ¿a usted le gusta la Mona?, siii ¿Como sabés le dije? es que mi hermana vive en Córdoba, está casada con un cordobés y mi cuñado para las fiestas nos tiene chato (cansado) con la Mona".
Cada vez que viene a su tierra lo hace en auto y con su mujer se ocupan de llegar siempre un viernes. "Después de 16 hs de viaje, no importa que no hayamos dormido nada, esa noche seguro vamos al baile".
Por supuesto que, como jimenero de ley, ya compró su entrada para el show por streaming de la Mona y lo vivirá como un evento especial: "Ya tenemos todo armado, van a venir mis amigos a casa, como un baile a la distancia y con distanciamiento. Hay que cuidarse".