A Ari Nagel no le alcanzan todos los dedos del cuerpo para contar a sus hijos. A fuerza de buenos resultados y bajo precio, el profesor de matemática universitario (con cara de no saber sumar de a dos), hoy es papá de más de una veintena de niños con 18 mujeres diferentes.
Este hombre de 41 años se ha transformado en todo una celebridad. A tal punto que los medios lo han bautizado como “Esperminator”. El secreto de su éxito: buenos resultados cobrando un precio mucho más accesible del que facturan las clínicas de fertilidad tradicionales.
Las madres que han buscado a este “semental” están distribuidas por 10 estados de EE.UU. Aunque el mercado tiende a traspasar fronteras: ya tiene solicitudes de Europa e Israel.
Actualmente hay ocho embarazadas que esperan dar a luz a los retoños de este progenitor en serie.
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En declaraciones al diario New York Post, el conocido donante ha dicho que está orgulloso de poder crear vida. “Doné médula ósea en dos oportunidades y nunca supe para quién sería. Poder ser parte del proceso de gestación es mucho más gratificante. Es un honor ser el elegido" aseguró.
El procedimiento de servicio del nuevo ídolo que tienen los vendedores de escarpines comienza con una cita. En una tienda o un café Starbucks, Nagel cruza algunas palabras con la requeridora de la fertilidad asistida. Posteriormente, se disculpa y pide permiso para ir al baño. Para volar la imaginación, se lleva un celular con un paquete de datos activado. En la otra mano, porta un frasquito esterilizado.
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Después de unos minutitos de “concentración”, regresa con el fértil fluído para que la mujer se lo coloque in situ en el cuello uterino. 9 meses después, se comprueba si la técnica resultó exitosa.
La felicidad que producen las dos rayitas de los test de embarazo se contrapone a la bronca de la esposa de Nagel. Al parecer, la señora no sabía nada que su marido y papá de sus tres hijos se dedicaba a poblar el mundo.
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La exposición mediática afectó al matrimonio. Nagel ha decidido cerrar la fábrica y tomarse tres meses de respiro para recomponer las relaciones maritales. Sin embargo, en este paréntesis, el mega papá cumple con los roles propios de la paternidad. Visita a cada uno de sus hijos en cumpleaños y eventos escolares. Al fin y al cabo, la familia es la familia.