El sábado 27 de mayo quedará grabado en la retina de los científicos que viven en la Base Belgrano II, que nuestro país tiene en la Antártida. Allí, en la tercera instalación más austral del planeta y donde la temperatura promedio en mayo fue de 18 grados bajo cero, ocurrió una belleza que pocos tienen la fortuna de ver.
Al chocar contra la magnetósfera del planeta, la radiación cósmica del Sol produjo los efectos luminosos. Como el hemisferio está en la etapa nocturna, el campo magnético de la Tierra almacena la radiación y la dispara hacia la ionósfera, lo que genera los colores.
Más allá de la explicación técnica, es llamativo que la radiación solar que impacta contra el planeta fue emitida dos días terrestres antes. Las partículas viajan a una velocidad entre 490 y 1.000 kilómetros por segundo.
Las imágenes fueron compartidas por el Servicio Meteorológico Nacional y no tardaron en viralizarse.