Mientras en Estados Unidos el ciclón bomba arrasó con fuerza y se estima que las temperaturas lleguen hasta los 30 grados bajo cero, en Australia se vive todo lo contrario. La ola de calor afecta a gran parte del país: los humanos atraviesan momentos difíciles, pero para los animales es letal.
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El fin de semana se registró una temperatura realmente asfixiante en Sidney: nada menos que 47,3 grados, el más cálido desde 1939. En los alrededores, un grupo de naturalistas quedó sorprendido al ver la cantidad de murciélagos muertos. Habían quedado friéndose vivos colgando de los árboles, otros sobre la tierra y algunos muy cerca de un arroyo buscando sombra.
La necesidad de ser rehidratados era urgente. Los rescatistas de animales, testigos de esos momentos desgarradores, se pusieron manos a la obra y comenzaron a rescatar e hidratar a 120 pequeños murciélagos al borde de la muerte. Otros fueron llevados al veterinario.
Según los expertos, los ejemplares bebés “tienen menos tolerancia al calor”. En situaciones como estas, “su cerebro simplemente se fríe y se vuelven incoherentes”. Además, se conoció que esta clase de murciélago, conocido como zorro volador de cabeza gris, es vulnerable: quedan 400 mil de los casi 600 mil que llegaron en 1989.
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De acuerdo a la información brindada por National Geographic, estas olas de calor, intensas y continuadas, amenazan y ponen en peligro el fin de la especie y el equilibrio natural. No es la primera vez que muere una gran cantidad de murciélagos: en enero de 2014 y febrero de 2017 fueron víctimas del fenómeno secundario del cambio climático.