“La magia del fútbol es la magia de la vida”. Con esa frase, la cuenta oficial de Talleres en redes sociales difundió un emotivo video que muestra el reencuentro entre un padre y un hijo que no se veían hacía un año. Sucedió en la previa de la goleada de la T sobre Rosario Central, pero la conmovedora escena tiene una historia de fondo, digna de ser contada.
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En diálogo con ElDoce.tv, tanto el padre, Andrés Maldonado, como su hijo, Sebastián, contaron los detalles de lo que tranquilamente podría reflejarse en un cuento de Eduardo Sacheri o una película de Juan José Campanella.
En 2023, Seba se mudó a Noruega por motivos laborales. Su profesión como ingeniero en Telecomunicaciones estaba en una etapa complicada en Argentina y tomó la difícil decisión de mudarse a aquel lejano país nórdico. “Fue complicado pero no podía desaprovechar la oportunidad”, reconoció.
“¿Cuándo volvés?”, “¿Venís para las Fiestas?” y “El colombiano nuevo que juega de 5 no sabés lo que es”, fueron algunos de los mensajes de la familia albiazul al matador en tierras de vikingos. Como en Europa estaban en época laboral y había cambiado de puesto, Sebastián no pudo volver a Córdoba para pasar Navidad y Año Nuevo. Pero ideó un milimétrico plan para sorprender a su familia, más precisamente a su papá, un “viejo lobo” de la platea Ardiles.
“Cumplo años el 11 de febrero, entonces aproveché que mi hermano (vive en Madrid) volvía al país y coordiné para regresar con él cerca de esa fecha. Compré los pasajes en noviembre y solamente le conté a mi cuñado, la pareja de mi hermana. Cuando me preguntaban si volvía, les decía que no podía por el cambio de puesto”, relató Seba.
Una vez llegado a Córdoba, había que planear la sorpresa a Andrés. Después de reencontrarse con otros familiares, dio inicio el Operativo Sorpresa Albiazul.
“Ese día jugaba Talleres contra Rosario Central. Mi cuñado es rosarino, hincha de Newell’s, y dio la idea de que yo sorprendiera a mi viejo en la cancha. Lo contactó y lo pinchó para que lo llevara a la cancha”, agregó. La excusa era perfecta: el leproso argumentaba que quería apoyar a la T contra su eterno rival, el Canalla.
“Conseguí entrada para la Ardiles y mi hermana más chica y su novio le dijeron a mi viejo que iban a ir a la cancha, que les guardara dos lugares”. Una vez en el Kempes, Sebastián divisó a su padre en la platea, lo encaró y surgió un diálogo imperdible.
-¿Está ocupado?
-Sí, está ocupado (pone la gorra sobre una butaca).
-Pero me quiero sentar acá (señala la butaca en cuestión).
-Sentate más abajo (sigue sin reconocerlo).
-¿No sabés quién soy yo?
Luego de mirarlo unos segundos cayó en la cuenta que se trataba de su querido hijo. “No iba a venir. Me hice la idea de que no iba a venir. Se me apareció y me pidió los lugares. Había adelgazado un montón y no tenía en mente verlo de nuevo, por eso no lo reconocí. Cuando me preguntó y me fijé bien, no lo podía creer”, contó Andrés, todavía conmovido.
Todavía le quedan unas semanas a Seba en Córdoba para disfrutar de sus afectos. Pero sin lugar a dudas el momento de mayor emoción fue el interminable abrazo que se dio con su viejo en plena platea Ardiles. Minutos después, padre e hijo disfrutarían de la paliza de la T a Rosario Central. Y algunos dicen que solo es fútbol...