Todos los populismos usan los mismos instrumentos. De izquierda y de derecha, los populismos hablan de oscuros intereses camuflados que desde las sombras urden intrigas y conspiraciones contra el pueblo.
Aunque en distintas dimensiones, son más los parecidos que las diferencias entre los ataques de Donald Trump contra Tylor Swift y los ataques de Javier Milei contra Lali Espósito. Dos jóvenes estrellas musicales que han opinado contra dos líderes ultraconservadores que les respondieron del mismo modo.
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El ex presidente norteamericano usa sus usinas de propaganda, que son también maquinarias de difamación, contra la compositora y cantante que fascina a multitudes oceánicas en el mundo entero.
Entre los ataques de su artillería en las redes, se destaca una desopilante teoría conspirativa según la cual Tylor Swift es una agente del “estado profundo” igual que su novio, Travis Kelce, estrella del futbol americano desde su puesto de ala en el equipo de Kansas City Chiefs.
Según esta estrambótica versión, se trata de un falso noviazgo, armado sólo con el fin de favorecer a Joe Biden en la elección presidencial de noviembre. El plan incluye amañar el Súper Bowl para que los Chiefs ganen el mayor torneo de ese deporte norteamericano.
Los seguidores de Trump, que son una porción muy grande de la población estadounidense, creen como verdades reveladas las lucubraciones de las usinas ultraconservadoras. Pero lo evidente es que el odio visceral del magnate neoyorquino a la talentosa estrella del pop, es porque ella pertenece al mundo “líberal” (en el sentido de progresista) de los Estados Unidos, y nunca ocultó su inclinación hacia los candidatos demócratas ni su preocupación por lo que implica Donald Trump.
Recientemente, en la Universidad de la ciudad australiana de Melburne se realizó un simposio académico internacional para analizar el fenómeno Tylor Swift. La calidad de sus letras y la gravitación inmensa que ejercen sobre jóvenes de todas partes del mundo, fueron parte del debate académico.
Trump no le perdona a potente artista haber expresado su preocupación por lo que implica el mensaje y la acción del conservadurismo trumpista, al que describe como parte de la cultura autoritaria en Estados Unidos.
“La casta” es en la retórica de Milei el equivalente al “estado profundo” que coloca Trump en la trinchera del pérfido enemigo.
En el kirchnerismo, los pérfidos enemigos son “la anti patria” y “los medios hegemónicos”. En la retórica trumpista, lo que las usinas kirchneristas llaman anti patria son las corporaciones mediáticas que apoyan al estado profundo en impedir que América pueda ser “greate again” (grande de nuevo).
Y así como el kirchnerismo tuvo al programa 6,7,8 entre sus piezas de artillería para los linchamientos mediáticos que hacían a críticos y adversarios, Bolsonaro tenía escuadrones de trolls y profesionales de las fake news y las operaciones difamatorias, incluido Fernando Cerimedo, un asesor del presidente Milei que fue acusado en la corte suprema de Brasil de haber participado en el plan golpista que comandó el anterior gobernante contra el actual, Lula da Silva.
La estrategia de despreciar a los “tibios” y destruir los instrumentos de diálogo y negociación para alcanzar consensos, está visiblemente expuesto en todos estos liderazgos. El chavismo es otro ejemplo de generación de polarizaciones extremas que partan las sociedades en dos, separándolas por una “grieta” infranqueable.
A esa lógica responde la agresiva ofensiva de Milei contra Lali Espósito. Es indudablemente una irresponsabilidad peligrosa estigmatizar a una figura que está expuesta en recitales multitudinarios a que cualquier fanático ultraconservador convierta en ataque físico los ataques verbales del presidente.
Hasta resulta increíble que nadie en sus cercanías le advierta el peligro, además de la desubicación, que implican sus virulentas agresiones verbales contra la talentosa artista.
Lali Espósito expresó opiniones críticas que no incurrieron en desmesuras violentas. Se trata de una ciudadana con derecho a expresar su opinión sin que la coloquen en el blanco de linchamientos feroces.
La acusación de haber hecho espectáculos pagados con fondos públicos podría hacerse a una inmensa cantidad de artistas de distintas posiciones políticas, incluida la novia presidencial Fátima Flores.
Daniel Scioli batió récords de contrataciones de artistas populares pagando desde arcas públicas, cuando Milei era parte de su equipo de asesores. Ahora, como presidente, lo suma a su gobierno mientras dispara munición gruesa contra la popular actriz y cantante.
Sus éxitos en los escenarios, la televisión y el cine confirman que Lali Espósito es una artista multitalentosa. Y que un presidente la ataque, además de ponerla en peligro, lo que hace es mostrar el lado oscuro de un liderazgo que repite el uso de la violencia retórica para silenciar las voces críticas que el kirchnerismo utilizó a mansalva.