Desde el momento en que se cerraron las fronteras debido al coronavirus, regresar a Argentina fue un calvario para miles de argentinos. Y aún hay varios que todavía no pudieron hacerlo debido al exhorbitante precio de los vuelos “especiales”.
Una grave queja común en varios de quienes pudieron volver es la exposición al contagio. A pesar de que los pasajes (principalmente de Aerolíneas Argentinas, la encargada de la “repatriación”, sumados a algunos pocos vuelos de otras empresas que consiguen autorización para entrar al país) cuestan más del doble de lo que costarían en temporada alta de turismo, los aviones viajan repletos debido a que se vende la capacidad total de la aeronave.
Pero ahora, una cordobesa relató otro punto preocupante: cómo es el traslado desde Buenos Aires hacia las provincias del interior, ya que desde el extranjero sólo se puede aterrizar en el aeropuerto de Ezeiza debido a la pandemia.
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Emilia Herrera (25) es profesora de inglés recibida en la UNC y estuvo en Estados Unidos durante nueves meses gracias a una beca, por la cual pudo ejercer como docente de español en una universidad del Estado de Indiana.
44 horas de Buenos Aires a Córdoba
El vuelo de Emilia y otros cientos de argentinos aterrizó en Ezeiza este martes 19 de mayo por la noche. Y allí comenzó una nueva odisea, otra más aparte de la que ya había superado para entrar a Argentina.
Una vez en el aeropuerto, el Ministerio de Transporte de la Nación dispone de un operativo para trasladar a cada varado a las distintas capitales provinciales. Si bien el servicio es gratuito, es la única opción que existe para que cada uno regrese a sus hogares, por más que sus pasajes originales de avión hayan tenido como destino final la provincia de la que son oriundos.
Los ómnibus de larga distancia generalmente se suelen organizar estratégicamente según las regiones de los domicilios de los viajeros. Sin embargo, el colectivo en el que subió Emilia, en vez de pasar primero por Córdoba, fue directo desde Buenos Aires hasta Mendoza.
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Tras 20 horas de viaje, la docente relató que hubo un problema con los permisos y que, una vez resueltos, San Luis cerró sus fronteras durante toda la noche. Por lo tanto, tuvieron que estar 12 horas frenados aguardando la reapertura de la ruta.
Después de otras 10 horas de viaje, finalmente Emilia y los demás cordobeses llegaron a Córdoba Capital a las 22:30 de este jueves.
Fueron 44 horas arriba del colectivo, sin poder utilizar otro baño más que el del mismo vehículo ni poder bajarse para comprar alimentos. Como si fuese poco, el recorrido final de la unidad era hasta Salta, por lo que los oriundos de esa provincia deben soportar 24 horas extras.
“Fue inhumano. Siento que estuve expuesta al contagio del coronavirus y ahora puedo estar infectada”, lamentó la docente en diálogo con El Doce. El colectivo, de dos pisos, viajó repleto con 45 pasajeros.
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“El Ministerio de Transporte (de la Nación) nos dejó expuestos al contagio. Era imposible mantener distancias. El mismo baño durante más de dos días para todos los pasajeros. Sin poder bajarnos...”, enumeró los hechos para denunciar el foco de posible contagio en el que se transformó el colectivo con el solo hecho de que uno de los pasajeros haya tenido el virus.
Una vez en la Ciudad de Córdoba, la docente se dirigió hacia el departamento de un familiar que estaba desocupado, ya que no podía regresar a su localidad por tratarse de una zona blanca. Ahora, además de respetar los 14 días de aislamiento, deberá estar atenta al resultado del hisopado para saber si se confirma su sospecha de un posible contagio debido al traslado y no por haber estado en el exterior.