"Hago muchos goles y mi sueño es jugar al fútbol, me imagino en Belgrano". Enzo repite la frase una y otra vez. Está convencido que puede y que nada, ni siquiera la amputación de su brazo, lo detendrá.
Y con esa fuerza y alegría sigue adelante. Con siete años, consiguió el carnet que lo habilita para jugar en la Liga Cordobesa y ya luce la camiseta de Brown de Malagueño.
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"Los doctores me decían que iban a hacer todo lo posible por salvar el bracito, pero era más importante la vida", recordó su mamá, Romina Araya, sobre el drama que vivió cuando le detectaron un osteosarcoma, un tipo de cáncer oseo. "Con muchas pilas", como cuenta, Enzo está disfrutando "su año".
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Tal es la fortaleza del niño que se acepta como es y no desespera por una prótesis fija que solo disimule su problema superado. "La prótesis tiene que abarcar todo, hombro, todo, y es cara. De la mutual le podían dar una pero sin movimiento, y él me dijo que quiere una que se mueva", explicó Romina. A su lado, Enzo seguía en su mundo: pateando una pelota y soñando con una cancha que no tenga ningún tipo de límite.
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