Los implantes capilares suelen ser la solución para aquellos que pierden su cabello. Sin embargo no siempre salen según lo esperado. Eso fue lo que le pasó a Mark Sweeney, un hombre de 57 años que tras la cirugía estética vive un calvario.
El hecho tuvo lugar en Reino Unido. El damnificado indicó que los resultados de la intervención le ocasionaron graves consecuencias en su salud y en el trabajo. Las profundas cicatrices en la frente lo obligaron a renunciar a su puesto como mozo en un reconocido restaurante.
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“Me arruinaron la vida“, aseguró Mark al medio The Daily Record. Desde la operación teme presentarse en público y no sale sin sombrero. “Es como una historia de terror. Ahora uso sombreros todo el tiempo. No puedo hablar con la gente ni mirarla a los ojos porque siento que miran mi cabeza”, contó.
Y continuó: “Me insertaron injertos muy profundos y me dejaron una cresta de bultos y protuberancias”. A esto se suma la falta de pelo en aquellas zonas de donde fue sacado para hacer los injertos y la ansiedad y depresión ocasionadas por toda la situación.
Mark reveló que el procedimiento estético para tener cabello le costó 3500 euros. Pese a la mala experiencia y el coto de los trasplantes capilares el hombre planea visitar una clínica en Estados Unidos para poder arreglar su cabellera y recomponer su vida.