Una excursión de aventura que debía ser un recuerdo familiar terminó en tragedia en Luang Prabang, Laos, cuando un turista estadounidense y su hijo adolescente murieron tras ser atacados por un enjambre de avispas gigantes asiáticas, también conocidas como “avispones asesinos”.
Las víctimas fueron identificadas como Daniel Owen (47), oriundo de Idaho, y su hijo Cooper (15), quienes participaban de una actividad de canopy junto a un guía local en un parque natural a orillas de un río.
En pleno descenso desde un árbol, los tres fueron rodeados por las avispas, que pueden alcanzar hasta 5 centímetros de largo y un aguijón de medio centímetro, según la Sociedad Entomológica de América.
De acuerdo con el reporte del diario británico The Times, padre e hijo recibieron más de 100 picaduras. En un primer momento no mostraron síntomas graves, pero horas después fallecieron por la reacción tóxica masiva.
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Ambos fueron trasladados a la clínica Phakan Arocavet y luego al hospital provincial de Luang Prabang, donde los médicos confirmaron la gravedad de las lesiones.
“Sus cuerpos estaban cubiertos de manchas rojas. Fue muy doloroso. Nunca vi algo así en más de 20 años de trabajo”, relató Phanomsay Phakan, el médico que intentó salvarles la vida.
Un caso sin precedentes
El Green Jungle Park, donde ocurrió el ataque, emitió un comunicado calificando el episodio como “sin precedentes” y aseguró que revisará todos los protocolos de seguridad y control ambiental.
El avispón gigante asiático (Vespa mandarinia) es considerado el más grande y peligroso del mundo, capaz de inocular una toxina neurotóxica que puede provocar fallo multiorgánico en caso de múltiples picaduras.