En la noche del pasado 7 de junio de 2017, hacía más de 32 grados en Texas, Estados Unidos, cuando Amanda Hawkins (20) fue a una fiesta y dejó a sus hijas, Brynn y Addyson, de 1 y 2 años, arriba del auto durante más de 15 horas. Cuando regresó, cerca del mediodía, se encontró con un panorama desolador.
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Las pequeñas estaban completamente inconscientes. El vehículo había alcanzado los 50 grados. Por el calor y la falta de ventilación, las pequeñas perdieron la vida. Las llevó a un hospital, pero los médicos no pudieron salvarla. Previo a tomar esa decisión, había intentado reanimarlas luego de buscar en Internet “cómo tratar un golpe de calor” y hasta les colocó agua fría para que despertaran.
Según trascendió, cuando la mujer se presentó en el centro de salud, mintió diciendo que las nenas se desvanecieron por oler flores en una reserva natural. Sin embargo, las enfermeras no le creyeron y dieron aviso a la Policía.
La mujer fue encontrada culpable por abandonar y poner en peligro de muerte a menores, herir físicamente o mentalmente y por herir a niños. Un año después, la Justicia la condenó a dos penas consecutivas de 20 años por cada una de sus hijas.