Italia deja de estar sellada después de casi tres meses. El primer país europeo que echó el cerrojo para contener el avance del coronavirus reabrió este miércoles sus fronteras a los países de la Unión Europea, dando así el primer paso para intentar salvar la temporada turística.
Las góndolas ya funcionan en Venecia y casi todas las ciudades volvieron a abrir al público. De hecho, desde el próximo lunes, el Coliseo romano y los museos del Vaticano también recibirán a los visitantes.
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En el aeropuerto de Fiumicino, en Roma, funcionaron unos treinta vueltos internacionales aunque sólo está operativa una terminal y sólo pueden entrar quienes poseen un billete. Las medidas de seguridad contra el virus son importantes: hay controles de temperatura y se obliga a los pasajeros a llevar mascarilla. Los vuelos desde el extranjero solo se reanudaron en la capital, en Nápoles y en Milán.
“La apertura total del país nos permite mostrar a los países extranjeros una Italia unida y compacta, en cuyo interior es posible moverse libremente”, ha valorado el ministro de Exteriores, Luigi Di Maio. Este miércoles también fue el primer día en que los italianos pudieron desplazarse sin límites entre regiones. Se han multiplicado los trenes y en estos momentos todo funciona con normalidad, cumpliendo con los distintos protocolos sanitarios.