La presidente brasileña, Dilma Rousseff, visitó en su residencia a su antecesor Luiz Inácio Lula da Silva, tras el escándalo por corrupción por el caso Petrobras.
La reunión duró 45 minutos y fue en una de las viviendas que la Policía allanó el viernes. Ese día los efectivos llevaron a declarar por la fuerza al expresidente.
Al llegar, la jefa de Estado fue recibida por unos 300 simpatizantes que se congregaron en las puertas del edificio, situado en el municipio de San Bernardo do Campo, en el área metropolitana de San Pablo.
Los seguidores del gobernante Partido de los Trabajadores (PT), al que pertenece Rousseff y del que Lula es uno de los fundadores, acompañaron a la presidenta entre gritos de "No habrá golpe", en referencia a la posible apertura de un juicio político en el Congreso y que podría costarle el cargo a la jefa de Estado.
Lula ya había salido de su departamento a saludar a los militantes, quienes permanecen en el lugar en solidaridad con el político.