January Neatherlin, de 32 años, tenía una sola obsesión, su cuerpo. La mujer tenía una guardería y durante cuatro años funcionó de manera ilegal.
La mujer drogaba a los bebés para que se durmieran mientras ella los dejaba solos, para ir al gimnasio y a la cama solar.
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En el establecimiento infantil, “Little Giggles”, ubicado en Bend, Oregon, los padres tenían una regla; no podían recoger ni llevar a sus hijos entre las 11 de la mañana y las 2 de la tarde, ya que decía que era “la hora de la siesta”.
Durante esas horas, January iba a hacer Crossfit y los niños quedaban solos. A esta mentira se suma otra, ella decía ser enfermera certificada, con las calificaciones necesarias para administrar una guardería.
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La policía descubrió que no solo no era enfermera, sino que la supuesta hora de la siesta era la hora en que ella dejaba a bebés de hasta seis meses solos, desatendidos durante horas, para ir a hacer gimnasia.
Para lograr que los chicos no se despertaran, la mujer les daba melatonina, una hormona que facilita el sueño.
Un exnovio de la mujer la denunció y se enteraron que tenía antecedentes penales que había ocultado a los padres de familia.
January se declaró culpable de 11 cargos de conducta criminal en primer grado y una agresión en tercer grado, por un incidente de maltrato a un bebé.
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El pasado viernes, fue sentenciada a 21 años y 4 meses en prisión. De todas formas, para los padres de los pequeños “ni 100 años serían suficientes”.